Creo que a todos nos pasa o nos pasó de darnos cuenta cuanto tiempo pasó desde que dije que iba a lograr eso que me propuse.
Continuamente consulto por los objetivos o sueños aun no cumplidos, y las respuestas son muchas veces similares. Los miedos, el poco tiempo, el creer que no tengo la capacidad, la poca confianza, el monstruo del fracaso, y cuantas excusas más. Y es ahí cuando me pregunto: ¿entonces tu sueño no es tan grande? ¿Acaso esa sonrisa que te aparece cuando lo contás, no significa nada? ¿Vas a seguir sentad@ esperando a que, ojalá, eso llegue, haciendo mucha fuerza con tus pensamientos?
Nos enseñaron sobre la importancia del compromiso, de la voluntad, del optimismo… y muchas veces se olvidan de recordarnos que sólo “haciendo se hace”.
¿Sabés? No hay decisiones definitivas, ni caminos seguros, y mucho menos la plena certeza de lo que sucederá. Te lo recuerdo, porque todo lo anterior suelen funcionar de freno ante el hacer.
¿Qué pasaría si das el primer paso y recién ahí te das cuenta de lo que te falta aprender? Lo que sucedería es que seguramente adquirís una nueva habilidad o incluso descubrís un talento que no sabías que tenias.
Tal vez te des cuenta que la autoconfianza es una cuestión de actitud y de observarte frente a la adversidad. Quizá el miedo pase a ser tu motor, y no tu enemigo. Y puede que incluso te des cuenta, de una vez por todas, que ya has atravesado (por suerte) varios fracasos. Y que pese a ello, seguiste.
Dale, levantate, que es más grato trabajar por un sueño que suspirar desde una silla…