Conocer a la escritora Graciela Ramos es conocer los contrastes y romper con aquel mito que dice que los números y las palabras son incompatibles, ya que es graduada como administradora de empresas, especializada en Marketing y ventas pero actualmente vive de escribir novelas históricas.
¿Cuáles son tus pasiones?
Mis pasiones…(Sonríe) Yo soy apasionada y ese es un tema porque entonces cada cosa que hago lo hago con mucha pasión, es como que no tengo un término medio. Mis pasiones son escribir, mi huerta y mi cocina. Me encanta cocinar, lo de la cocina lo descubrí hace poco, cuando dejé de trabajar y me dediqué a escribir tuve un reencuentro con todo, con poder disfrutar, de ir hasta mi huerta y traer mis frutos, mis vegetales y poder elaborar una comida.
También creo que las personas son apasionadas o no. Una persona apasionada a cada cosa que llega a sus manos le pone pasión, yo creo que soy de esas. También para escribir.
¿A qué te dedicabas antes?
Mi título universitario no me describe en este oficio. Trabajé toda mi vida en empresas, en el área de ventas y marketing, ejerciendo lo que fue mi profesión y elegí en esa etapa de mi vida, justamente escribir era una pasión que siempre tuve; desde chiquita, desde que pisé por primera vez una biblioteca popular, ese fue mi primer contacto con los libros y fue maravilloso. En ese momento ser escritora ni siquiera era un sueño que estaba permitido y gracias a Dios hoy puedo hacerlo.
¿Qué fue lo que te hizo a hacer ese cambio y dedicarte a escribir?
Escribir lo hice siempre, en distintas etapas. Cuando era adolescente era un desahogo; cuando nació Cande mi hija, que hoy tiene diecisiete años, le escribía cartas a ella.Les escribía cuentos, porque yo viajaba mucho por mi trabajo. Cande y Augusto,mis dos hijos, fueron mis ángeles, que me llevaron a tomar la decisión y a encontrar mi camino realmente, porque cuando edité mi primer libro fue como una salida laboral, yo quería estar en casa con ellos, me torturaba irme de viaje, volver y encontrarme que no había sido yo quien les preparo la comida, ni los había arropado. Por eso digo que ellos me animaron a seguir este camino.
Volviendo a las pasiones ¿se reflejan en tus novelas?
Sí, muchas veces me dijeron que soy muy atrevida. Hace poco tuvimos una reunión con un grupo de lectura y me decían que las escenas son tan reales y yo pensaba me dicen atrevida por describir algo real.
Yo creo que sí, que soy atrevida, no tengo límites con las historias, una vez que ya tengo el contexto histórico la ficción la describo apasionadamente. Si a uno de los personajes le clavan un cuchillo en la panza, el cuchillo entra con fuerza y sale el chorro de sangre, inunda y así sigue… ¡Intenso!
¿Hay que ser valiente para contar las cosas de esa manera?
No sé. Trato de ser fiel a mí misma. Por ejemplo mi mamá me retaba por la parte sexual, le molestaba eso treméndamente y pensaba que no le iba a poder prestar los libros a sus amigas. Por ejemplo describir la pobreza, en la novela “Los Amantes de San Telmo” y en la próxima también, lo hago en forma desgarradora, la pobreza es desgarradora.
Justamente interviene la pasión en esto, no puedo describir algo tranquilamente, lo hago como soy y no sé si es valentía o no, pero me pasa que mientras estoy en el proceso creativo soy muy libre, no tengo a nadie que me señale o me limite. Cuando el libro ya está listo me agarra un mal de panza, porque me doy cuenta de todo lo que hice, digo ahora sale y ya no es más mío; y ese proceso hasta que llegan las primeras críticas, que gracias a Dios, y espero que sigan así, son fantásticas, me duele mucho la panza.
Hablando del proceso de publicar ¿nos vas a dar la primicia de tu nuevo libro?
¡Sí, primicia total para ustedes! El libro sale en julio, aún no sabemos si se presentará primero en Buenos Aires o en Córdoba. Ahí va el título, se llama: “La Boca Roja del Riachuelo”, es una novela muy intensa, con sucesos históricos que no están muy conversados en nuestra historia; sigo un poco la cronología de “Los Amantes de San Telmo” con otros personajes. Aquí hago pie en la primera parte del libro en la trata de blanca de los años veinte, la prostitución; traían chicas de todo el mundo engañadas, prometiéndoles trabajo, maridos o porvenir y las terminaban prostituyendo.
Las hacían trabajar ahí, hasta morir. Fue muy importante esto en Argentina, muy grande, incluso hay un libro testimonial sobre una de las chicas que fue traída de Polonia.
En la segunda parte del libro, siguen los mismos personajes, dentro del contexto histórico trato el principio de las ideologías políticas más significativas y hago pie en un suceso muy importante que fue la semana trágica, donde murieron muchísimas personas acribilladas en un cementerio, una historia tremenda.
Son sucesos no tan conversados, entonces los destapé, los amasé y los conté, con mi impronta, por supuesto. Por eso se llama “La Boca Roja del Riachuelo”.
De los hechos que relatás, que pasaron hace un siglo atrás ¿Creés que visibilizarlos hace que tomemos conciencia?
La verdad que todo el tiempo yo estoy nadando en donde nace nuestra historia y a veces con mucho dolor veo como repetimos lo mismo, y con mucho dolor pienso que es muy difícil el cambio, el cambio es por uno. Uno le pide a los gobiernos y en realidad todos tenemos que cambiar; culturalmente somos así, hacemos lo que aprendimos. A veces me da mucha pena e incluso me culpo y nos culpo de que no participamos, no nos involucramos. Creo que hay que involucrase, yo lo hago desde mis libros, cuento cosas. Hay que involucrarse, empezar a cambiar las cosas, a poner paz.
Volviendo a tu profesión, del área de Marketing ¿Qué slogan le pondrías a tu nueva novela “La Boca Roja del Riachuelo”?
En realidad lo que no conté es que hay una gran historia de amor en el medio de todo esto entre el personaje principal y un señorito de la oligarquía porteña. Creo que el slogan seria: El amor en la desigualdad. ¿Se puede amar en mundos tan desiguales y en esa época donde las costumbres eran tan diferentes? ¿Puede el amor vencer en esa situación? Eso podría ser un slogan.
Producción Fotografía Córdoba
Fotos: Julien Bacha
Producción exclusiva para Revista Brooke