Como lo hemos dicho anteriormente, estamos transitando el siglo XXI que es el de la sociedad del conocimiento, en donde el desarrollo de las capacidades es prioritario, por lo tanto, una pedagogía basada solo en resultados queda obsoleta.
Es necesario continuar reflexionando sobre la posición del docente frente a la enseñanza y las posibilidades de revisar las prácticas en función de mejoras y actualizaciones en vista de las nuevas generaciones.
La escuela debe estar orientada a la búsqueda del desarrollo de las capacidades fundamentales para el futuro, como la comunicación, la colaboración, la creatividad, el pensamiento crítico y la comprensión de lectura, con una visión holística y sistémica de los aprendizajes desde temprana edad.
Hablar de aprendizaje holístico y sistémico es hablar de una pedagogía integral, de un sistema de relaciones que pone en acción al estudiante como centro del proceso.
Estas capacidades se visualizan en la escuela trabajando la oralidad, lectura y escritura, el abordaje para la resolución de situaciones problemáticas, el pensamiento crítico y reflexivo, como el trabajo en equipo. El desarrollo de las capacidades llevará a formar adultos competentes para un mundo globalizado en permanente cambio, en donde las relaciones y habilidades sociales cumplen un papel fundamental.
Durante el proceso de adquisición de los aprendizajes, los estudiantes deben experimentar situaciones que les sean significativas, comunes a su entorno y posibles de ser puestas en práctica. Contextualizar los aprendizajes supone tener en cuenta el entorno real de los estudiantes y las posibilidades de ejecutar proyectos que pongan en práctica lo aprendido.
Debemos recuperar las ganas de aprender de nuestros estudiantes y solo lo lograremos con una escuela actualizada, que se interese, no solo por los contenidos, sino por una educación que los desafíe a pensar, a crear, a equivocarse sin miedo y sea capaz de contener las inquietudes de todos, respetando las individualidades en un ambiente seguro que le proporcione autonomía y confianza en sus posibilidades.
«LA EDUCACIÓN NO CONSISTE EN LLENAR UN CÁNTARO, SINO EN ENCENDER UN FUEGO».
W. Butler Yeats