Todo niño es un artista, porque todo niño cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen ningún miedo a equivocarse… hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él» – Ken Robinson.
Equivocarse es parte del proceso de aprendizaje, es casi una pieza fundamental para despertar la curiosidad y potenciar las estrategias para resolver nuevos desafíos. Tomar el error como una instancia en el desarrollo de nuevos conocimientos, supone un interjuego pedagógico, en donde el docente adquiere una posición de guía para orientar y coordinar la clase, de manera tal, que esas equivocaciones sirvan para generar nuevos aprendizajes y NO para generar frustración.
Cuando un niño teme equivocarse, por la exposición negativa a la que se lo somete, suele bloquear sus posibilidades de futuros aprendizajes y con ello perder la motivación de participar en clase y sobre todo, para exponer sus dudas o ideas.
Durante décadas, la escuela tradicional, enciclopedista y homogeneizadora, solo se dedicó que marcar los errores como falencias en los aprendizajes por parte de los estudiantes. Equivocarse era sinónimo de fracaso y por ende, de estigmatización y burlas. Pocas veces se tenían en cuenta los procesos y mucho menos las respuestas que no se ajustaran al standard que el maestro tenía diseñado para la clase. Lo más cotidiano era escuchar: -Qué raro Ud. siempre respondiendo mal!, o … Cómo se le ocurre semejante cosa!
En vez de motivar diciendo: No me hubiese imaginado esa respuesta, me la podrías explicar?… o Qué bueno, cómo llegaste a esa conclusión?
Este tipo de intervención docente, posibilita que el estudiante aprenda a pensar, a tener un pensamiento divergente que le permita explorar, hipotetizar y confrontar nuevas ideas en búsqueda de la construcción de saberes coordinados y reflexivos. La enseñanza debe ser comprensiva, para esto se requiere del desarrollo de investigaciones dentro del aula y el ensayo- error, forman parte fundamental de este proceso.
El error es una pieza clave para gestionar y potenciar las clases. De acuerdo a la mirada experta del docente, equivocarse puede marcar un nuevo punto de partida para un debate o una conclusión, a la vez que sirve para evaluar si las estrategias utilizadas son las correctas o es preciso revisar las prácticas para mejorar los procesos.
Mantengamos encendida esa llama de creatividad, curiosidad y talento innatos que cada niño tiene y veremos crecer adultos competentes y no competidores, con infinitas posibilidades de adaptación a un mundo en permanente cambio, en donde equivocarse es parte de conquistar el éxito.