La niñez es el momento para encender la llama que los motive a conquistar un mundo de posibilidades, paso a paso, con constancia y en armonía con su entorno.
Una educación de calidad es un proceso que requiere de numerosas estrategias, pero sobre todo, de tolerancia y respeto por la individualidad enfocada en la acción comunitaria, en la colaboración y el respeto. Cuando digo educación, no solo me refiero a la formal, sino a todos los contextos y estímulos en los que pueda interactuar un niño durante su infancia y adolescencia, porque es allí donde, con su experiencia, refuerza y pone en práctica lo aprendido en el entorno escolar.
Es muy común que se intente trasmitir a los niños los estereotipos de los adultos que los rodean, sus modos de actuar, de responder, de pensar. De esta manera, cuando un niño no “encaja” en esos estándares, suelen fracasar y en ocasiones son rotulados con diagnósticos que los limitan en su crecimiento y desarrollo.
Estandarizar la educación como si todos fueran iguales, lleva ineludiblemente al fracaso, a la poca motivación por aprender y por vincularse con su entorno. Que todos sean respetados y tengan igualdad de oportunidades, NO significa hacer lo mismo. Tanto la escuela como la familia, deben ser capaces de generar espacios de aprendizajes en los que cada uno pueda participar con sus talentos sin esperar una única respuesta.
Galeno decía: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
De eso se trata, de que cada uno desde su lugar, con sus posibilidades, con su propia luz, aporte lo que mejor sabe hacer, y así interactuar con la comunidad de manera creativa y responsable.
Pensar que hay solo un modo de realizar las cosas, un modo de resolver los desafíos que la vida nos pone o que hay una manera de pensar homogeneizante que evite errores, es coartar las posibilidades de crecer y expresarnos de manera positiva.
Si aplicáramos esto a cada contexto, a cada situación, a cada reto de la vida cotidiana, quizás podríamos llegar a crear una conciencia colectiva con mayor empatía y solidaridad.
Acompañemos a los niños a desplegar sus infinitas maneras de comunicarse y así podrán ser adultos con habilidades sociales que les permitan desarrollarse en un mundo en permanente cambio y evolución.