Todavía resuenan muchas frases que condicionan el desarrollo emocional de los niños:
_ “Un golpe a tiempo es necesario para que crezcan derechitos”.
_ “Con castigos o penitencias aprenderán la lección”.
_ “Si no haces lo que digo, eres malo”.
Éstas, como muchas otras frases que se repiten a menudo, quedan en el aprendizaje de los niños como condicionantes emocionales que influirán en sus conductas. Interpretan entonces, que los castigos son una de las maneras de comunicarse, y por lo tanto, comenzarán a tomarla como su forma de expresar las emociones.
Los niños aprenden por imitación y los adultos son sus referentes y las personas en las que ellos confían. De esta manera asumen que toda agresión es parte de lo cotidiano y les resulta difícil comunicarse desde un lugar más empático.
Entonces ¿Qué sucede cuando un niño comienza a imitar lo aprendido y golpea a otros, insulta, es poco tolerante o se irrita con facilidad?
A menudo, terminan en tratamientos psicológicos, “rotulado” como el niño malo e incluso, con pocos amigos para compartir. Por otro lado, suelen ser adultos víctimas de violencia o agresores que no logran vivir en armonía con su entorno.
Sin bien no existen recetas para una crianza exitosa, sí es fundamental una crianza amorosa. Los límites deben ser claros y fundamentados para que sean aprendizajes. Un NO amoroso y acompañado de otras alternativas, es una manera de indicarles lo que puede ser peligroso o no está permitido, a la vez de darles otras opciones posibles, similares a lo que necesitan.
Un niño que crece en un ambiente amoroso y confiable, será un adulto con habilidades sociales que le permitirán desarrollarse en plenitud.