Entrevista exclusiva con el actor, productor y director Matías Desiderio donde nos cuenta sus inicios como modelo, su presente en el teatro, como tambén su reciente personaje Nicolás Finnigan en “El último zombie”, la película recién estrenada en cine.
¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba la actuación?
Yo tenía a mi abuela trabajando en la distribuidora de cine. La mandaban a la sala a controlar la cantidad de gente que entraba. Desde mis siete años la acompañaba al trabajo en la calle Lavalle, la cual estaba llena de cines en ese momento; como todo el mundo la conocía yo podía estar desde las doce del mediodía hasta la una de la mañana mirando películas, me la pase ahí todos los “finde” de mi niñez hasta los trece años.
Me parece que ahí apareció la necesidad, las ganas de querer ser actor y participar del cine más que nada como una intención de hacer cine. Quería estar en la cámara y también poder contar historias que hagan sentir a la gente.
Mi quiebre fue haberme criado en los cines de Buenos Aires, viendo películas y a la audiencia. Según Hitchcock, “Las películas tienen éxito porque es el único momento en que los problemas pasan a ser de otros”.
¿Tenes alguna inspiración hoy que te lleve a seguir actuando?
A partir de ese quiebre empecé a estudiar teatro, a trabajar. Yo he decidido que soy esto; lo que me hace feliz.
Algo que me he puesto como ser humano, que me ha salvado la vida en cierta manera. Encontré lo que me gusta y creo que eso es re difícil. Además me inspira cada proyecto. Hice diferentes personajes; cada uno me llevó a conocer por lo menos un poco el mundo de esa profesión, esa vida, y eso me ha hecho pensar y ponerme en el lugar de los demás.
¿Te acordas de tu primer casting para el cine o teatro?
Fue algo genial porque quedé para ser el protagónico en “Palermo Hollywood”.
Yo venía haciendo comerciales, mucho teatro, pero estaba buscando la oportunidad de hacer cine.
Recuerdo que no me dio nervios; entré pensando que realmente podría llegar a quedar. El personaje me quedaba bien porque era un chico de barrio y yo de alguna manera lo soy.
Para teatro ya había hecho castings, también de comerciales porque en un momento era modelo, y muchos sabemos que para las propagandas a veces quedas y en otras no. Sin embargo, no los tomaba con tanta pasión como con el de la película porque fue algo para lo que me preparé mucho.
¿Qué me podes contar de tu primera obra de teatro?
Mi primera obra fue en Teatro por la Identidad, a beneficio de las Abuelas de Plaza de Mayo, con Iris Selasco. Se llamaba “Vengo por el aviso” y yo interpretaba a un tipo que le hacía una entrevista a una mujer, y ésta iba perdiendo la identidad a través de la misma; justamente, y como todos sabemos, las obras en este teatro las cuales eran cortas (en teatro les decimos “La máscara”), hablan de la pérdida de identidad.
Me sigue dando mucho pánico el teatro, el público allí. Yo me he formado para hacer cine entonces debo reconocer que no lo disfruto tanto, es decir, me ha gustado y lo volvería a hacer pero no lo elijo antes que el cine.
¿Tenes una preparación distinta para cada ámbito de la actuación?
La verdad que sí, ya que son diferentes maneras de expresarse.
En el teatro se trabaja para todas las personas que están en la sala, con lo cual la proyección de la voz es diferente y una expresión mucho más grande. Cuando de repente en la televisión o en el cine tenes la cámara más cerca por lo que no podes mentir, volviéndose todo más chiquito y acotado; el teatro es más interior y el cine/tv más exterior. Son lenguajes diferentes. Claro que cada uno tiene su propia experiencia. El proceso sigue siendo el mismo con respecto a armar el personaje, leerlo, aprenderse las líneas, conectarse con los compañeros y saber qué estás contando; el tema es cómo lo expresas.
El 7 de abril fue el estreno de “El último zombie”, ¿Me podrías contar brevemente de qué trata la película?
Es una de las primeras películas argentinas de zombies con producción.
Trata sobre un médico al cual la comitiva en donde trabaja, con médicos de bioética, lo manda a investigar a otro doctor que parece está haciendo experimentos con su mujer y que se ha vuelto loco.
Es el viaje de Nicolás Finnigan, mi personaje, a investigar a este doctor. Cuando llega, y se encuentra con él, se da cuenta de que en realidad estaba investigando y tratando de medicar todos los síntomas que tenía su mujer debido a un humo violeta que sale de abajo de la tierra, y que convierte a todo el mundo en zombie. Empieza como un policial y termina virando en una película de zombies clásica.
Lo interesante de esto es que la filmamos antes de la pandemia. En un momento de la película mi personaje invita a todos y coordina una cuarentena, aun no estando la misma en Argentina; a los 10 días de haber terminado las grabaciones entramos en una cuarentena mundial.
¿Qué hiciste para convertirte en Nicolás Finnigan?
Empecé a leer sobre bioquímica, también me conecté con médicos que se dedicaban a eso. Para mí el personaje tenía que ver mucho con un detective por como lo presentaban ya que él iba a investigar a alguien. Llega a un lugar y dice que es médico, entonces hay una cosa medio como de detective por lo que empecé a leer cuentos de detectives, buscar personajes que se habían hecho en las películas clásicas sobre los mismos.
Uno es como un músculo del director y la historia que este cuenta. A lo que voy es que uno puede proponer pero él es quien decide. Así que en construcción con Martín Basterretche que la dirigió empezamos a darle forma a este personaje.
¿Te sentiste identificado con tu personaje?
No mucho. Yo soy una persona impulsiva, soy de Aries, por lo que tengo un temperamento; me reconozco sanguíneo y reacciono rápido si algo pasa. Este personaje era uno muy pensante por lo que me puso a prueba, para ver cómo resolvería un tipo que es mucho más pensante que yo. Esto me llevó a desafiarme e investigar sobre cómo actuaría con esta personalidad diferente.
Con respecto al rodaje, ¿Ya conocías a tus compañeros? ¿Cómo te sentiste en ese ambiente?
No conocía a nadie ni tampoco había trabajado con ellos. Estuve con actores de primera línea como Tony Lestingi, Luis Longhi, Adriana Ferrer, Clara Kovasik y el director Martín Basterretche que venía de hacer dos películas más.
Fue un poco tirarse a la pileta porque yo estaba en Los Ángeles cuando me ofrecieron el papel, por lo que volví, llegué y de ahí me fui a San Telmo a ensayar con las valijas porque filmábamos a los cuatro días.
Preparé el personaje solo, desde L.A, hablando por teléfono con Martin. Entonces llegué, ensayamos el primer día, nos conocimos, ensayamos tres veces más y nos fuimos al set. Gracias a Dios el ambiente fue bárbaro.
En este caso ha sido un elenco y equipo que se puso el proyecto al hombro con ganas de terminarlo sin importar si trabajábamos más tiempo o no.
Estuvimos todos de la mano del director, quien es un tipo muy agradable entonces generaba que todos queramos trabajar para él y eso es importante. Hoy es amigo mío, los del elenco también, y eso sucede cuando un proyecto es angelado.
¿Volverías a hacer un proyecto de terror?
Casualmente hice “What the waters left behind” (Los Olvidados 2); ya salió la primera hace tres años logrando ser un éxito en el cine. Es de género slasher, que vendría a ser como “La masacre en Texas”, en donde llega un grupo a un lugar y los van matando. Hicimos esta segunda parte en la cual participan Mario Alarcón, Magui Bravi, con la dirección de Nicolás Onetti.
Así que estoy muy abierto a hacer proyectos que me gustan, por lo que no me interesa el género en sí. Solo depende del proyecto y de las personas que lo hacen. En conclusión, sí, lo volvería a hacer si se dan las circunstancias.
¿Y tu personaje tiene importancia en la decisión de hacer el proyecto o no?
Claro que sí. Si el proyecto y el personaje son interesantes lo haría. Tiene que tener un pequeño arco el personaje, dándome un desarrollo donde yo pueda aportar algo a la historia. Desde Nicolás Finnigan o Mauro en Simona que eran lo opuesto a mí; esta última era una persona asquerosa, mentirosa, homofóbica…y me resultaba un desafío serlo porque estaba muy alejado de lo que soy. Siempre que sea un desafío y esté bajo una buena historia es una bendición hacer lo que a uno le gusta.
El actor debe transmitirle algo a la audiencia; ha pasado que me han amado y odiado dependiendo de mi personaje.
Antes de Simona yo venía de hacer “Fronteras”, protagonizando con Isabel Macedo, en donde hacía de un médico muy bueno, un tipo espiritual, después saltando a hacer de este bandido. Y me ha pasado que veía la energía de la gente en la calle, además de los comentarios, sobre todo de los chicos al tener un pantallazo mío muy grande en “Simona”. Todo eso me parece que tiene que ver con el trabajo del actor.
Aparte de actor, sos director. ¿Tenes algún proyecto que te gusta o gustaría hacer como tal?
A mí me gusta producir en donde se vea que las personas están apasionadas por lo que están haciendo y que le gusta realmente. Me aburre mucho producir una propaganda para un dentífrico, por ejemplo. No lo haría y, si lo hago, no es algo que me mueve. Pero si viene un artista y me pide de producir/dirigir su proyecto, y veo que hay pasión y talento, me dan ganas de hacerlo. Lo ayudaría para que lo logre.
Empecé a producir para poder actuar. Hice mi primera película como productor porque quería ser un personaje, y tenía financistas que me daban el dinero; pero yo siempre me pongo del lado del artista, de aquel que pone las ideas más que del que dirige y pone el dinero.
¿Sentís que te gusta más actuar o producir/dirigir?
Actuar. Me genera mucha esperanza, sentimientos, y porque me lleva a un viaje más espiritual/sensorial el hecho de una historia más que el hecho de hacerlo. Siempre me siento mucho más cómodo actando.
¿Podrías darnos una breve descripción de Matías Desiderio como persona y como actor?
Yo creo que la mirada de uno está muy contaminada por lo que uno es y no, además de lo que quiere y le gustaría ser. Puedo aventurarme a decirlo aunque en realidad lo tendrían que decir los demás de mí.
Me considero, tanto como actor y como persona, muy apasionado. Un luchador muy osado; amante de los desafíos. Un buen amigo y buena persona, pero sobre todo apasionado, osado y luchador por lo que quiere y le gusta, así le vaya bien o mal ya que lo necesito para seguir adelante.
Nota: Sofía Oriol @sofioriol exclusiva para Revista Brooke
Fotos: Idris Erba @idriserba