El juego, es la estrategia más enriquecedora para la enseñanza y el aprendizaje, en él se sientan las bases para el desarrollo del conocimiento y de las competencias sociales y emocionales.
Durante el crecimiento, el niño experimenta diferentes etapas en las que se relaciona con el juego.
El bebé nace con capacidades cognitivas que se han desarrollado durante la gestación. Es capaz de reconocer el olor y la voz de su mamá, de mamar y de interactuar con su entorno a través del llanto y las destrezas motoras que va adquiriendo en cada etapa. En la primera infancia, su cerebro es más vulnerable a los estímulos intensos, por lo que el entorno debe ser apropiado.
En los dos primeros años de vida todo su desarrollo cognitivo es muy rápido e importante, por lo que la exposición a la tecnología no es lo aconsejable.
Algunas consideraciones para tener en cuenta, de acuerdo a la edad:
- Desde que nace hasta los 2 años es la etapa de estimulación, en la que necesitan entornos con colores llamativos, móviles, sonidos suaves, juguetes blandos y mucha conexión visual con los adultos que lo rodean. Es la etapa en la que es fundamental otorgarles seguridad y confianza.
- A partir de los 3 a los 5 años aproximadamente, es la etapa preescolar exploratoria. Un universo por descubrir. Todo es una aventura y como tal, tenemos que preparar los espacios para ello. Permitirles un rincón para pintar, hojas en blanco para dibujar, cajas, tapas, cartones y cualquier objeto que puedan explorar, romper, armar y desarmar. Solo se puede aprender motivando su ingenio y curiosidad.
- Desde los 6 a 8 años es la etapa de escolarización y alfabetización formal, en donde suele desaparecer o disminuir el juego creativo, reemplazado por tareas y agenda completa. Es fundamental sostener espacios de juego creativo, tanto en el aula como en casa. El juego es por excelencia la mejor estrategia didáctica pedagógica para motivar el aprendizaje. El juego libre, el juego reglado, el juego con intencionalidad pedagógica será el mejor camino para lograr un aprendizaje más profundo y significativo. El juego como estrategia de aprendizaje es divertido, participativo, creativo e interactivo.
Jugando, los niños aprenden y desarrollan competencias claves para la vida. Un niño que aprende jugando no teme equivocarse, es su oportunidad para encontrar nuevas opciones a los obstáculos planteados. Los niños necesitan hacer las cosas una y otra vez para aprenderlas, sin importar cómo lo hagan o cuánto tiempo les lleve.
A través del juego los niños y jóvenes buscan, exploran, prueban y descubren el mundo por sí mismos, siendo un instrumento infalible en la educación en todas las edades. El aprendizaje a través del descubrimiento, conduce a una mejor comprensión del entorno y sus desafíos, despierta la curiosidad y permite adquirir capacidades imprescindibles para desenvolverse mejor en el mundo que los rodea.
La neurociencia sostiene que, en un ambiente de juego, los chicos desarrollan mayor regulación emocional, se estresan menos y encuentran diferentes maneras de resolver situaciones problemáticas. Habilidades prosociales fundamentales para convertirse en adultos exitosos.
Los niños necesitan estar activos para crecer y desarrollar sus capacidades y el juego es la mejor opción.
«Jugar para un niño y una niña es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo para entenderlo” Francesco Tonucci.
Un niño que a través del juego, experimenta, explora e interactúa con su entorno, pone en acción la curiosidad y el asombro que son los verdaderos motores del aprendizaje.