El director de fotografía Pablo Rosso, reconocido por su trabajo en “REC”, dialogó con nosotros en vísperas del estreno del nuevo film La posesión de Verónica, en donde fue director de fotografía bajo la dirección del reconocido Paco Plaza.
¿Cómo viviste el trabajo en Verónica?
Cada película se vive de una manera especial. Aunque se empieza desde un guión y eso ya te da pistas sobre lo que puede salir, en cierto modo es como cuando esperas un hijo: siempre tenés la esperanza de que será maravilloso.
Especialmente cuando el «padre» de ese hijo es un grande como Paco Plaza.
Verónica partió desde un guión excelente, inspirado en hechos reales, cuya acción transcurre en un barrio de Madrid que conozco bastante bien, y es dirigida por un crack… tenía todos los ingredientes para ser la estupenda película que creo que es. Con todo esto, uno de los mayores retos era estar a la altura. Espero haberlo conseguido.
En cuanto a la fotografía ¿Cuáles fueron los retos que se te presentaron?
En cuanto a esto, el mayor de los retos fue, determinado por la edad de los protagonistas, que aparecen casi constantemente en pantalla, lo que implicaba, también, su presencia casi constante en el rodaje: una de catorce años, dos de ocho y uno de cuatro.
Esto implica varios factores que habitualmente no aparecen en un rodaje «normal»: la cantidad diaria de horas de rodaje estaban legalmente limitadas debido a la constante presencia de menores trabajando.
Normalmente en un rodaje se trabajan once horas (más una para comida) diarias, y en este caso eso era de todo punto imposible. Otro factor fue la iluminación, que tenía que ser polivalente. Generalmente, los actores profesionales tienen una coreografía en cada toma y cada secuencia. Tienen marcas a dónde dirigirse, «caminos» que seguir escrupulosamente en cuanto a posiciones, ritmo y movimientos. A un niño de cuatro años todo eso lo tiene sin cuidado. Él hace más o menos lo que le parece y va a donde quiere, con lo que teníamos que estar preparados para improvisar todo el tiempo. El departamento se construyó en estudio y hubo que iluminarlo teniendo estos factores en cuenta, y al mismo tiempo, conservando la carga dramática necesaria adecuada a cada momento de la historia y la credibilidad que demandaba el tono costumbrista y casi documental marcado por el director.
¿Cómo fue el trabajo con el director Paco Plaza?
El trabajo con Paco Plaza es siempre alucinante. Es un director que tiene clarísimo lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. Esto implica un nivel de exigencia muy alto pero por otro lado una gran facilidad, sabe perfectamente cuál es el objetivo. Además somos muy amigos y la pasamos muy bien trabajando juntos. Paco sabe crear un ambiente muy positivo y jovial en el set, cosa que en este caso particular fue especialmente importante debido a la constante presencia de los niños.
¿Cuál es la esencia de la historia?
El guión está basado en hechos reales, el «Caso Vallecas», aunque no se cuenta de manera fiel. En el caso real ocurrido en 1991, una niña de un barrio obrero de Madrid -Vallecas- empieza a «coquetear» con la Ouija y acaba muriendo en extrañas circunstancias. Es el único caso español que se registra en el expediente policial oficial que ocurrieron hechos de naturaleza paranormal e inexplicable desde un punto de vista lógico.
¿Con qué tono se trabajó la historia?
El tono empieza siendo documental y naturalista en la presentación de la historia y va tomando un enfoque mágico, oscuro y colorista a medida en que la protagonista va adentrándose en su «otro mundo».
¿Con qué se encontrará el espectador al ver la película?
El espectador se encontrará con muchas cosas: un retrato bastante fiel del Madrid de clase media-baja de los años noventa, la peripecia vital de una niña/adolescente en su paso traumático a la madurez, una visita al «otro lado» de la realidad y ¡mucho más! Es, en mi modesta opinión, una película llena de capas y lecturas, que si bien utiliza la fantasía para expresarse, habla de cosas muy reales. Es una película que brinda algo interesante al espectador.
Por otro lado, también se va a estrenar en poco tiempo otra película en la que trabajaste: “Muse”
Muse es una película totalmente diferente: es un viaje fantástico y poético por el mundo del mal, en busca de su origen. Un profesor universitario, irlandés, tiene que desentrañar una serie de incógnitas que le llevan a enfrentarse con el mal propiamente dicho. En este caso, la propuesta visual es prácticamente lo opuesto a Verónica: cada plano está compuesto, fotografiado e interpretado con un diseño preciso. Es también interesante comparar el trabajo de guión de ambas películas, ya que Paco y Jaume trabajaron con el mismo co-guionista: Fernando Navarro.
En este caso ¿Cómo fue trabajar con Jaume Balagueró?
Trabajar con Jaume Balagueró es también alucinante. Es un director obsesionado con la perfección y el impacto de cada imagen. Siempre que estamos montando un plano, pregunta qué podemos hacer para mejorarlo.
¿Cuál es el balance personal que haces de “Muse” y “Verónica”?
Como decía al principio de la entrevista, las películas son como hijos. Es difícil juzgarlas de manera objetiva. Las querés siempre, aunque salgan malas -y más en este caso que es al contrario -entre risas-.
Hacer una película (al menos en mi caso) es un esfuerzo tan agotador, se deja mucho de uno mismo en ellas, siempre les tomás cariño, y más en el caso de estas dos, que creo que son, como mínimo, muy interesantes. Realmente me siento muy afortunado y sumamente orgulloso de haber hecho estas dos películas.
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