Cuando elegí «Historias para despertar» como título de mi columna, no pensé que realmente podría mirar muchas de las cosas que me rodean, como un despertador o alerta para mi vida. Y entonces sucede que es cierto, que se puede aprender de la experiencia de y con otras personas.
Mi amiga es perfecta, aunque ella diga que no, y yo no crea en la perfección. Pero ella es perfecta de todas maneras: hermosa, delicada, atenta, servicial, tranquila, y hasta pulcra diría. Poderosa, empática, valiente también. Sí, es cierto, así es como yo la veo. Y así quise que se empezara a ver. No es que ande por la vida diciéndole a otros qué hacer (bueno, a veces sí, y no me gusta). Pero sí amo ser puente o posibilidad para inspirar y que otros cambien la mirada de sí mismos.
«Tengo hace rato un proyecto, pero aún no lo comenzaré. Me falta seguir capacitándome. Aún no me sale perfecto»… Se me erizó la piel. Literal.
«Sólo haciendo y probando vas a corregir lo que creas tengas que mejorar» le dije esperando que me dijera que sí, que era cierto, que sólo de dar pasos y andar los sueños se hacen realidades. Pero eso no sucedió. El miedo, la duda, la falta de poder controlarlo, y sus estándares la seguían paralizando. Y yo no pude conmigo y mi propósito. Ando por la vida queriendo que la gente se vea desde lo que podría llegar a ser y no sólo por lo que está siendo. Entonces insistí.
Entre los varios servicios y productos que ofrece, yo elegí proponerme para ser su primer clienta de uno de ellos. Y allí partí. Acordamos fecha y llegué a su espacio. Tenía todo hermoso y especialmente preparado. Punto a favor de la perfección que dice que desea. Ese día arrancó. Después de su primera clienta llegaron y llegarán otras. Dio su primer paso. Y sé que ahora no la va a parar nadie. La piel, ese día, se me volvió a erizar.
Elegimos juntas una fotito de un atrapa sueños para que quede de recuerdo en nuestros corazones, y me la estampó (casi de prepo) en una de las uñas que me estaba arreglando. Y yo no le pude decir que no, cuando hacia tantos días, o tanto tiempo, que ella había querido decir que sí. Que sí lo quería hacer. Que sí se puede. Que sí, que haciendo, se hace.