Estamos atravesado nuevos aprendizajes, nuevas maneras de enseñar y aprender. La cuarentena nos obliga a buscar otros recursos, nuevos caminos y optimizar las estrategias.
En la actualidad los docentes se ven desbordados por la premura de los acontecimientos y en algunos casos sus herramientas quedan escasas u obsoletas ante la demanda de estudiantes digitalizados. Solo están enviando guías a completar, o preguntas a responder… y dónde queda la construcción de los aprendizajes y el intercambio con sus docentes?
Pensar en nuevas estrategias, supone salir de la zona de confort y ponernos creativos para acompañar, no solo a los estudiantes, sino a las familias en este nuevo desafío.
Las tareas deben estar acompañadas de disparadores que motiven a buscar información y reflexionar sobre las posibilidades de aplicación de los nuevos conocimientos a la vida real.
Quedarnos solo en responder preguntas aisladas de temas descontextualizados, no supone aprendizajes, sino cumplir con un protocolo impuesto.
Es momento que los docentes desplieguen sus recursos pedagógicos o busquen nuevos, en función de la demanda de estudiantes globalizados. Para ellos, esta modalidad les resulta cotidiana y esperan que sus docentes estén a la altura de las circunstancias.
Qué sucede con las escuelas de bajos recursos tecnológicos? Es estos casos las dificultades no solo son por parte de los docentes, sino de los estudiantes. Es aquí donde el Estado debería estar pensando en cubrir esta brecha con tecnología más cotidiana como grupos de WSP entre docentes y estudiantes.
La realidad es que estamos atravesando una crisis con un enemigo desconocido, no sabemos hasta cuándo tendremos que trabajar desde casa, pero sí sabemos que es un compromiso de todos tratar de organizarnos, de tal manera, que las consecuencias sean lo menos nocivas posibles.