En estos tiempos de súper modernidad donde la tecnología nos acerca cada día más, simplemente acariciando la tecla de una computadora o un celular para enviar en cuestión de segundos un mensaje; hablar del correo tradicional, aquel de las cartas escritas a mano o con una antigua máquina de escribir manual, que necesitaban del esfuerzo humano para llegar a destino, parece un hecho lejano, que incluso las nuevas generaciones no entienden o no tuvieron la oportunidad de vivir.
No obstante en la actualidad el correo sigue existiendo para el envío de ciertas documentaciones o una diversidad de encomiendas que respetan aquella vieja modalidad, este tipo de servicio ya existía en España desde comienzos del siglo XVIII. Veintidós años más tarde de la llegada de Cristóbal Colón a América, el incremento de las actividades productivas en el nuevo continente, fue haciendo necesario la creación de un medio masivo de comunicación a distancia, por lo que se tomó la decisión de fundar “El correo mayor de indias” cuya sede estaba en Lima y se conectaba con el resto de la región, así comenzó a repartirse la correspondencia entre Perú, Chile, Paraguay y Argentina. De esta manera surgiría el “primer servicio postal en Buenos Aires”, el sistema era bastante complicado, a los peligros existentes en las calles y caminos sin vigilancias y en mal estado de conservación, se sumaba el hecho de que la carta antes de llagar a destino pasaba por tantas manos como “postas” existiera entre cada punto, de allí la denominación de “servicio postal”. En principio las postas se cubrían a caballo, los destinatarios debían retirarlas personalmente.
La administración del “Centro de correos” fue otorgada al Señor Domingo Basabilbaso. Sin embargo, el sistema tenía muchas y serias dificultades para su funcionamiento, por lo que en 1771 se decide un cambio significativo en Buenos Aires, al implementar un servicio ya existente en España, el de “cartero”. Su misión sería entregar la correspondencia directamente en los domicilios particulares o comerciales de los habitantes de la ciudad.
El 14 de septiembre de 1771 comenzó la tarea de quien es considerado el “primer cartero”, acontecimiento por el cual en dicha fecha se conmemora el “día del cartero” en nuestro país, el privilegio histórico le correspondió a un sevillano llamado Bruno Ramírez, estuvo un año en su puesto, no cobraba sueldo y solo recibía “un real” por cada correspondencia entregada, no usaba uniforme, el que fue implementado recién en 1826 por disposición de Bernardino Rivadavia, las cartas o encomiendas eran transportadas en una maleta de cuero, el sistema quedó formalizado con la creación de la “Dirección General de Correos, Postas y Caminos”.
Por su parte Bruno Ramírez tuvo activa participación durante los acontecimientos de la revolución de mayo, ya que el servicio sirvió para repartir partes y órdenes de la “Primera Junta”, que designo al Señor Melchor de Albín como administrador del servicio en junio de 1810. El nombre de Bruno Ramírez no solo dio pie para establecer el día del Cartero, sino que en Hurlingham Provincia de Buenos Aires, existe un barrio de unos 1000 habitantes que lleva el nombre de “Cartero Bruno Ramírez”, así se reconoció el aporte de un extranjero, que con su trabajo sencillo contribuyó a una parte de la historia nacional.