(Génesis 2) 21- Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño y cuando éste se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. 22- Luego con la costilla que había sacado del hombre el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. 23- El hombre exclamó ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará mujer, porque ha sido sacada del hombre. 24- Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer y los dos llegan a ser una sola carne”.
Este mes decidí rendirle a la mujer un homenaje, merecido por cierto, reproduciendo una bella pieza literaria. Este poema plagado de simbolismos, pone al desnudo la inclinación del hombre a ver la vida catastróficamente, llena de dificultades, con estados deprimentes que la convierten en un polo negativo. La venda en los ojos no sólo simboliza el ocultamiento de lo malo, sino de la vida misma, es un acto de decepción, de negación a enfrentar la realidad.
Aquí aparece la mujer en la figura de La Hilandera, que colocando una venda en los ojos del hombre, lo induce a sentir y mirar con el alma, entonces lo negativo se vuelve esperanza y el amor sepulta lo malo para hacer la vida placentera. El autor es Andrés Eloy Blanco. Nació en Venezuela en 1896 y falleció en México en 1955, fue periodista, abogado, poeta y político, opositor tenaz del dictador Juan Vicente Gómez, pasó muchos años encarcelado, donde escribió sus mejores libros de poemas. Una aclaración, la transcripción se hace horizontal por razones de espacio. Las barras (/) dividen los versos y el asterisco (*) las estrofas.
LA HILANDERA… *Dijo el hombre a la Hilandera a la puerta de su casa: / -Hilandera, estoy cansado, dejé la piel en las zarzas, / tengo sangradas las manos, tengo sangradas las plantas, / en cada piedra caliente dejé un retazo del alma, / tengo sed…la vida es mala…/ y contestó la Hilandera: -Pasa. *Dijo el hombre a la Hilandera en el patio de su casa: / -Hilandera estoy cansado, tengo sed, la vida es mala; / ya no me queda una senda donde no encuentre una zarza. / Hila una venda, Hilandera, / Hila una venda tan larga que no te quede más lino; / ponme la venda en la cara, cúbreme tanto los ojos / que ya no pueda ver nada, que no se vea en la noche ni un rayo de vida mala. / y contestó la Hilandera: -Aguarda. *Hiló tanto la Hilandera que las manos le sangraban. / Y se pintaba de sangre la larga venda que hilaba. / Ya no le quedó más lino y la venda roja y blanca / puso en los ojos del hombre que ya no pudo ver nada…/ Pero, después de unos días el hombre le preguntaba: / -¿Dónde te fuiste, Hilandera, que ni siquiera me hablas? / ¿Qué hacías en estos días, que hacías y dónde estabas? / Y contestó la Hilandera: -Hilaba. *Y un día vio la Hilandera que el hombre ciego lloraba; / ya estaba la espesa venda atravesada de lágrimas, / una gota cristalina de cada ojo manaba. / Y el hombre dijo: -Hilandera, ¡te estoy mirando a la cara! ¡Qué bien se ve todo el mundo por el cristal de las lágrimas! / Los caminos están frescos, los campos verdes de agua; / hay un iris en las cosas, que me las llena de gracia. *La vida es buena, Hilandera, la vida no tiene zarzas; / ¡Quítame la larga venda que me pusiste en la cara! / Y ella le quitó la venda y la Hilandera lloraba / y se estuvieron mirando por el cristal de las lágrimas / y el amor entre sus ojos, hilaba.