Cada vez que me preguntan sobre el cómo podemos mejorar los vínculos y las relaciones adultas, la respuesta es: acompañar a los niños.
Ellos aprenden por imitación, viendo e internalizando cada acción de los adultos. Poner atención y cuidado en una crianza amorosa, es el camino para desarrollar vínculos sanos y positivos.
Si naturalizamos una crianza basada en enojos, miedos y castigos, serán adultos conflictivos, con emocionalidad compleja e intolerantes.
Los niños necesitan el diálogo para poder generar acuerdos y comprender las reglas de los adultos. En sus intentos por aprender las normas de convivencia, suelen equivocarse o animarse a experimentar nuevos desafíos, que en ocasiones, no concuerdan con el entorno.
Es, entonces, el momento de involucrarlos de manera amorosa, a las reglas establecidas con límites claros y acuerdos en los que se sientan parte y no solamente receptores de imposiciones.
¿Cuántas veces les respondemos de manera imperativa? “porque lo digo yo!”, “porque es así”, “esto no se discute y punto”…
De esta manera no es posible generar aprendizajes ni tolerancia. De esta manera, generamos miedos e inseguridades que luego se transforman en heridas emocionales de adultos con poca empatía y sin habilidades sociales.
Solo el amor genera amor. Por lo tanto, no les podemos pedir aquello que nunca han recibido. El tiempo es ahora, los niños necesitan confiar en sus posibilidades y desarrollarse en plenitud, la responsabilidad es de los mayores.
COMO TRATEMOS AL NIÑO, EL NIÑO TRATARÁ AL MUNDO” PAM LEO.