Ya desde el año pasado que elijo una palabra (o frase) cabecera que repito cual mantra diario. El objetivo no es otro que enfocarme en mi hacer, y saber que cuento con un filtro frente a las distracciones, y lo más importante, para tomar decisiones.
Confieso que me pasó de comenzar el 2018 con una palabra, y lo terminé con una frase. Hoy te regalo mi reflexión sobre lo que me pasó, para que me cuentes si esta historia suma a tu “despertar.”
FLUIR. Con tantos significados luego, al imponerse como tendencia el “flow”, en su momento lo elegí por su estricta acepción: no quería hacer planes, quería sorprenderme. Creo hoy, que buscaba vivir desde la inocencia, la irresponsabilidad, la incertidumbre, el presente, el ocuparse y no el (pre)ocuparse… y la lista sigue. Así arranqué. Pero no fue así como lo terminé.
Desde ese fluir aprendí a desconectarme del bombardeo diario de incentivos, y conectarme con lo que elegía. Sobreviví varios días lejos de la tecnología y los encuentros sociales, me observé mejor a mí misma, tuve gratos espacios de reflexión, hice sin estrategia y aprendí a recibir.
Desde allí también me dí cuenta que ese fluir me llevaba a vivir siempre desde el presente, y ese aprendizaje fue el segundo mejor regalo del 2018 (el primero fue mi beba!).
Hacia fines de ese año, la palabra mutó en una frase, que me encontró, y que hoy enmarca mi cocina: “un día a la vez”.
A mí me lleva a pensar en el paso a paso, aliviana mi ansiedad y me estanca en el hoy.
También me indica que será el puente que me llevará a mi palabra del 2019, que confieso es la última que conscientemente hubiera elegido, pero es la que me aparece a cada rato en mi mente.
Creo que viene porque es el aprendizaje que me debo. La necesito, y la ignoro. La niego, y sé que será una gran herramienta.
Hoy te la comparto, porque ya es parte de mi entrenamiento prometido para este año. Y te la regalo, pero sugiriéndote la uses con este ingrediente: el de no dejarte para después.
OBJETIVOS. Eso sí, disfrutando el recorrido.