Comienza el último mes del ciclo lectivo 2020 y luego de más de 200 días de la vida virtualizada el Cybercaos se profundiza. Los estudiantes están agotados y los docentes ya no encuentran recursos para motivarlos y sostener las clases con entusiasmo. La incertidumbre provoca vaivenes emocionales que impactan en lo cotidiano y sobre todo en la construcción de nuevos aprendizajes.
Es necesario comenzar a implementar estrategias que estimulen el desarrollo de la inteligencia emocional para favorecer los vínculos y generar espacios de encuentro en los que los estudiantes puedan expresar sus emociones y compartir sus expectativas con respecto al contexto en el que se encuentran.
Es sabido que el motor del aprendizaje está sujeto a las relaciones con el otro y a los entornos amigables, es por ello que la realidad que nos toca, afecta tanto a la educación a distancia en los niños y adolescentes.
La escuela debe estar alerta a las señales que los estudiantes puedan brindar, como tristeza, angustia, poca comunicación o intolerancia ante cualquier situación, e indagar los porqués de sus altibajos emocionales para poder acompañar o intervenir de manera apropiada en la búsqueda de nuevas destrezas pedagógicas y vinculares.
¿Por qué insisto tanto en los vínculos y en el desarrollo de la inteligencia emocional? Porque son los fundamentos en los que se basa la personalidad del adulto y su interacción social, son las herramientas necesarias para construir las habilidades sociales. La escuela está demasiado preocupada y ocupada en brindar información, en acumular recetas en la memoria de los estudiantes, que seguramente están a un click de su alcance y a unos días de ser olvidadas, poniendo poco énfasis en la formación de sujetos empáticos y comprometidos. El desarrollo de capacidades debe estar orientado a la búsqueda de la mejor versión de cada uno, no para competir, sino para compartir.
El trabajo colaborativo es una de las capacidades fundamentales del S.XXI y con ella, el respeto por la diferencia y la diversidad de opinión, de visión, de estrategias.
En la última década, la ciencia ha descubierto el rol que las emociones juegan en nuestras vidas. Los investigadores han encontrado que incluso más que el cociente intelectual, la conciencia emocional y habilidades para controlar sentimientos, determinarán nuestro éxito y felicidad en todos los ámbitos de la vida, incluyendo las relaciones familiares” -John Gottman.
Somos sujetos sociales y como tales, necesitamos de la interacción y de la convivencia con otros, tanto para educarnos, como para desarrollarnos. No es posible vivir aislado de los demás. De hecho, el ser humano adquiere su condición humana a partir de su vínculo con otros, de la interacción cotidiana con sus pares y el entorno.
Puede decirse que el ser humano se define a sí mismo a partir del modo en que se relaciona en su contexto. Entonces, la virtualidad absoluta genera obstáculos emocionales y condiciona los modos de relacionarse de los niños y adolescentes. Es por ello que ante esta realidad que nos toca transitar, debemos generar actividades que, además de enseñar los contenidos propios de cada materia, sean capaces de generar espacios de reflexión, de escucha y comunicación entre todos los actores involucrados.