En muchas oportunidades se hace complicado “desmenuzar” y comprender la trayectoria de algunos personajes de la historia, normalmente rodeados de incertidumbres y misterios.
Este es el caso de Vincent van Gogh, el extraordinario pintor que nos legó una historia de vida que trasciende el poder de su arte. Nacido en Zundert (Países Bajos) el 30 de marzo de 1853, hijo de Theodorus van Gogh y de Anna Cornelia Carbentus, se educó en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas y en la Real Academia de Amberes, fue alumno del reconocido artista Anton Mauve.
Se crio en una familia muy religiosa, incluso su padre oficiaba de Ministro, al concluir sus estudios siguió la profesión de su tío dedicado al comercio de arte en Holanda, más tarde en Inglaterra y Francia. Un día su espíritu inquieto se cansó de este trabajo y regresó a su casa comenzando a estudiar teología, si bien era inteligente y con una gran capacidad, no logró aprobar los rigurosos exámenes de ingreso al programa de estudios. Poseedor de una gran personalidad hablaba varios idiomas, pero no consideraba que el latín fuera para predicar a los pobres. Se desempeñó como misionero en una comunidad minera de carbón, conviviendo con los trabajadores.
En 1880 con 27 años entró en la Académie Royale des Beaux Arts de Bruselas. Al año siguiente sufre un desencanto amoroso y comenzó a pintar sin muchos éxitos tanto en el amor como en el arte. “Comedores de Patatas” fue su primera obra pintada en 1885, intentaba vivir del arte, pero sus cuadros eran muy difíciles de vender, un comentario de su hermano Theo dedicado al comercio de cuadros, señalaba que a las obras de Vincent le faltaba color, él pintaba campesinos y paisajes rurales utilizando colores oscuros de la tierra. Al año siguiente se trasladó a París donde cambia el estilo imprimiendo más color a sus obras, pero a pesar de contactarse con los más encumbrados artistas de la época no logra vender ningún cuadro. Se traslada entonces a Arles en el sur de Francia, allí pinta su cuadro más famoso “Girasoles”, sin embargo comienza a visitar hospitales con profundas crisis emocionales y daños físicos.
Así pasaron 10 años donde produjo 900 obras, pero con escaso valor de ventas. En la más extrema pobreza y víctima de una gran depresión, se dirigió al medio del campo donde se disparó con un arma de fuego en el pecho, muriendo dos días más tarde el 29 de julio de 1890 con 37 años de edad. En una carta encontrada en su lecho de muerte decía entre otras cosas “Yo arriesgué mi vida por mi obra y mi razón fue destruida a medias”. Algunos de sus biógrafos dudan del suicidio y se inclinan por un disparo accidental causado por un adolescente que tenía la costumbre de jugar con las armas, pero ello no pudo ser establecido, ya que Vincent no expresó nada al respecto, quizás intentando proteger al joven que él apreciaba tanto.
Lo notable es que murió sin poder vender sus cuadros ni obtener el reconocimiento que su arte merecía, sin embargo, hoy un cuadro de este gran artista vale millones de dólares y es considerado uno de los artistas plásticos más importantes de todos los tiempos, lo que él no pudo disfrutar en vida.
Misterios e injusticias que parecen necesitar la muerte para alcanzar el reconocimiento.