En los tiempos que corren, la educación básica demanda una coherencia entre todos los elementos del currículo, así como las transformaciones profundas en el modo de actuar profesional de los docentes.
El siglo XXI es el de la sociedad del conocimiento, en donde el desarrollo de las competencias es prioritario y no para competir. Por lo tanto, una pedagogía basada solo en resultados queda obsoleta.
Este análisis nos lleva a seguir reflexionando sobre la posición del docente frente a la enseñanza y las posibilidades de revisar las prácticas en función de mejoras y actualizaciones en vista de las nuevas generaciones.
¿Y si damos vuelta la clase? Las lecciones en casa y las tareas en clase. Hablar del aula invertida, es hablar de una metodología que promueve el protagonismo de los estudiantes en la construcción de los aprendizajes.
En esta metodología, de aula invertida o clase al revés, el docente adopta una posición de guía y facilitador de diferentes materiales (videos, podcast, documentos etc) que los estudiantes deben ver en casa y luego trabajar con ello en las clases. De esta manera, dejamos más tiempo para lo importante como el debate y la ejercitación.
En la educación tradicional, se pierde mucho tiempo en la trasmisión de información de parte de los docentes (dictados, lecturas interminables en clase) y por lo general, el debate y la transformación de esa información en aprendizaje se logra de manera incompleta o no se logra.
Dar vuelta una clase es mucho más que enviar un vídeo. Se trata de un enfoque más integral que combina estrategias pedagógicas, fomentando el compromiso de los estudiantes, mejorando la comprensión conceptual y la puesta en práctica de lo aprendido, teniendo en cuenta los intereses y las habilidades de cada uno.
Es un método que, cuando se aplica exitosamente, logra afianzar el ciclo de aprendizaje experiencial que implica cuatro fases: la experiencia concreta, la observación reflexiva, la conceptualización abstracta y la experimentación activa. De esta manera, el aprendizaje se transforma en experiencia aplicada en donde la reflexión y el debate en el aula, potencian el protagonismo de los estudiantes.
Cabe agregar, que para que esta metodología alcance los propósitos planteados, los docentes deben estar convencidos de su aplicación para optimizar los recursos, a la vez de establecer un feedback motivador en las clases.
El verdadero a aprendizaje se logra, cuando los estudiantes comprenden el para qué y no se quedan solo con el qué. Así es posible poner en práctica, experimentar los nuevos conocimientos, para la resolución de cualquier situación problemática en la que deberán coordinar saberes para su ejecución.