La historia de la moda es tan antigua como la propia humanidad, aunque obviamente no siempre tuvo las mismas connotaciones que en la actualidad. Para hacernos una idea, en el Antiguo Egipto la moda era entendida como un símbolo de riqueza, de tal forma que los faraones y las clases altas de la sociedad cuidaban mucho su aspecto físico, con prendas como el shanti para los hombres o las túnicas ceñidas al cuerpo para las mujeres. Cuanto mayor era el rango, de mejor calidad era el material con el que se confeccionaban.
Con el paso de los siglos, el modo de vestir evolucionó hacia nuevas formas de expresión que varían en función al lugar exacto del globo terráqueo en el que nos encontremos. La última centuria estuvo marcada por prendas como el corsé, la falda trabada, el estilo flapper, las calzas o las plataformas. Muchas de estas prendas supusieron un antes y un después, y en la actualidad algunas han regresado a nuestros closets de manera renovada, como el bolso cesta o los pantalones de campana. Pero, ¿cómo ha sido la moda de los argentinos? ¿Hemos estado siempre a la par del resto de países o contamos con un estilo propio? Y lo más importante, ¿qué dice de nosotros el modo de vestir de nuestros antepasados? A todas estas preguntas, y a muchas más, da respuesta el historiador y periodista Daniel Balmaceda en su nuevo libro, Qué tenían puesto: La moda en la historia argentina, una obra escrita con cariño, y de manera casi casual, en la que el bonaerense expone la importancia de conocer la historia de la moda en nuestro país para comprender la propia historia de la Argentina.
El camino que los escritores siguen hasta llegar a ver su obra materializada en papel no siempre es el que se habían planteado desde un principio. Lo más habitual en el caso de la narrativa de no ficción, el género más trabajado por Balmaceda, es plantear un proceso de documentación previo que puede llevar a los autores hasta escenarios de lo más curiosos. La famosa psicóloga y escritora estadounidense Maria Konnikova, por ejemplo, comenzó a jugar al póker como paso previo a la escritura de una de sus obras para investigar cómo la lógica y la psicología afectan en la toma de decisiones de los jugadores de esta disciplina considerada como deporte mental desde 2010. Sin embargo, este proceso no siempre es igual, y a veces el punto de partida no siempre acaba llevando a los escritores a su meta. Dostoievski, por ejemplo, terminó escribiendo El jugador en base a las notas tomadas para otra novela que jamás llegó a ver la luz, Los borrachines.
El caso de Balmaceda es similar al del escritor ruso ya que el libro se conforma como un compendio de datos obtenidos a lo largo de diferentes investigaciones. Como ya hemos comentado, la moda está marcada por cada etapa histórica y viceversa, motivo por el cual el historiador ha estado en constante contacto con aspectos relacionados con el modo de vestir de cada sociedad a la hora de elaborar sus anteriores obras, también de corte histórico. Balmaceda ha ido atesorando todos esos datos para finalmente darles una estructura lineal y cronológica en forma de libro.
Así, de forma amena y entretenida, el historiador describe el origen, la evolución e inclusive la controversia por la que han pasado algunas prendas en nuestro país. En este sentido, la moda femenina es la que más ha sido observada, trabajada y juzgada en la Argentina. Ejemplo de ellos son prendas como la minifalda o la bikini, que pusieron de manifiesto el choque cultural y social existente entre Argentina y los países en los que estas confecciones revolucionarias fueron creadas. La minifalda se extendió desde Europa al resto del mundo en la década de los 60, pero el autor señala que ya en 1925 en la Argentina había recalado la moda de las polleras que dejaban al descubierto las rodillas de las mujeres. El escándalo fue tal, que los diseñadores se vieron obligados a crear el “modestor”, una especie de añadido de muselina que se incorporaba a la pollera para evitar que esta parte de la pierna quedase a la vista. El impacto de la bikini no se queda atrás, y es que cuando en la década de los años 20 comenzaron a verse los primeros trajes de baño de dos piezas, fueron muchos los que tacharon a aquellas prendas provocativas y libidinosas. Por aquel entonces se trataba de bikinis que cubrían hasta la mitad del muslo de la mujer, para los modelos como los que actualmente podemos ver en las playas hubo que esperar hasta los 60.
Además de un recorrido por las diferentes vestimentas que marcaron nuestra historia, poniendo en entredicho por el camino el origen de algunas de las más icónicas como el poncho quechua, el autor también nos acerca al estilo de algunas de las personalidades más importantes del país. Así, para Balmaceda el general Belgrano fue el primer dandi de la historia mientras que el presidente Manuel Quintana destaca como el más elegante, no en vano era apodado como el “maniquí” debido a su costumbre de comprar sus trajes en París. Las “maniquíes vivientes”, por cierto, debutaron en la Argentina en la segunda década del siglo XX pero no sería hasta los años 60 cuando la profesión de modelaje alcanzó el renombre que tiene hoy en día. Alfredo Palacios destaca por su cuidado bigote y la escultora Lola Mora, por su parte, por ser la primera mujer argentina en usar pantalones a principios de 1900, abriendo así la veda a una tendencia entre el género femenino que no se asentaría hasta mitad de siglo.
El inicio del empleo de la tintura para las canas, la importancia de los colores a la hora de vestir, el origen de la gomina, el significado del peinado de las mujeres durante la Revolución de Mayo, la importancia social que trajo consigo el guardapolvos blanco o las diferentes formas que han presentado los bigotes a lo largo de la historia son otros de los muchos aspectos que Daniel Balmaceda expone en su nuevo libro. La obra, que se puede adquirir por $569 está llamada a ser un éxito de ventas entre los amantes de la moda estas navidades.