A principios de este año el artista de Málaga presentó en su país un proyecto llamado “La mujer que llevo fuera” una manifestación feminista conceptual y brillante en la que participa un grupo heterogéneo del entorno del artista malagueño formado tanto por personajes públicos como por otros más anónimos porque, como él mismo explica “en el feminismo estamos todos los que reivindicamos la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre”. A modo de lookbook social, Ernesto propuso una serie de 40 trajes -cuyos beneficios fue cedido a asociaciones de mujeres- intervenidos con sus dibujos con el objetivo de poder manifestar a través de ellos las convicciones que defiende. Así, quiere dejar atrás la idea patriarcal que ha perseguido siempre al traje clásico, ya que “el machismo no se discute, se interviene”.
La sociedad puede llegar a ser tan machista con el lenguaje, que tenemos más interiorizado el concepto de ‘la mujer que puede llevar dentro (escondida) un hombre’, que la mujer que todos deberíamos llevar fuera”
¿Quién es Ernesto Artillo?
Un andaluz de Málaga, cuando me preguntan a qué me dedico, igual que cuando se lo preguntan a mi madre, la verdad es que la respuesta durante muchísimos años ha sido un poco incierta porque mi trabajo ha sido un proceso desde la parte más comercial a la parte más artística y siempre he dicho que me dedico a mis cositas o que “soy un proyecto de artista”, pero la verdad que últimamente los proyectos que hago se acercan muchísimo más a lo que significa el concepto de arte para mí así, que me defino como artista sin miedo asumir la responsabilidad que eso significa.
¿Cómo surgió el hecho de que seas artista?
El hecho de ser artista no es algo que sea exclusivo de determinadas personas sino que creo que todos somos un artista en potencia, todos tenemos la necesidad de expresarnos artísticamente, eso significa conectar con nuestros sentimientos y que éstos trasciendan a otras personas, creo que es algo que tiene que ver con el amor y el deseo común de todas las personas. Podría decir que desde pequeño tuve la suerte de tener un padre y una madre que hayan detectado ese deseo que yo tenía por esa libertad artística y creativa, siempre nos fomentaron, tanto a mi hermana que es bailarina de flamenco el amor y la libertad creativa, eso hizo que con el tiempo no tenga miedo a enfrentarme a cualquier disciplina, pintura o collage donde esté involucrado con la seguridad de que puedo hacerlo y tener derecho a explorarlo.
¿A qué se debió tu estrecha relación con la moda?
La moda siempre me llamo muchísima la atención no como usuario, es decir no consumo demasiada moda, no sigo las tendencias, pero sí como herramienta estética. Igual que como herramientas estéticas, que he tenido desde pequeño, como el folclore español, la religión, la pintura, la escultura clásica, los retratos renacentistas. Mi llegada a la moda fue por esa inquietud que me generaba como herramienta de comunicación de las personas, recuerdo cuando llegue a Madrid uno de mis primeros trabajos fue en una revista como fotógrafo, un día llego a casa veo mis trabajos y no me convencía porque lo sentía que era algo impersonal e intrascendente, entonces empecé a intervenir las fotos en forma de collage como parte del proceso creativo. Y tuve buena aceptación tanto que les gusto a Dolce & Gabbana y me pidieron colaborar con la marca.
¿Cuándo fue la primera vez que pusiste a prueba tu proyecto?
Bueno me da la sensación en gran parte de que todo lo que he producido hasta el momento y toda mi relación con la moda, la comunicación y mi desencuentro entre lo comercial y lo personal ha desembocado en este proyecto de “la mujer que llevo fuera” que une perfectamente como yo quiero enfrentar la moda, crear un discurso conceptual pero también estético. La primera vez que lo puse a prueba este proyecto agarre un traje de mi guardarropa lo pinté y salí a la calle, en ese momento me dí cuenta que tenía una herramienta que incomodaba a la gente, que todo el mundo lo cuestionó, me preguntaron qué significaba, observe que miraban mis partes del cuerpo, y esas miradas un poco violentas tenían que parecerse a las que reciben las mujeres a diario e imaginé un ejercicio de empatía importante.
¿Qué sintió la gente y los famosos que pasaron por tu proyecto?, ¿cómo lo tomaron?
En todo el proyecto la gente que participó lo hizo suyo y cada persona aporto algo nuevo y esto es lo más interesante para mí porque yo cree una idea pero se enriqueció por muchísimas personas, tanto que hubo hombres heterosexuales que me dijeron que usando el traje los liberó de esa carga patriarcal que se le impone como hombre, no pueden ser sensibles, o dedicarse a ciertas profesiones y con el traje reivindican esa femineidad de sexualidad que llevan dentro.
Luego se pusieron el traje las embarazadas que me decían que desde que estaban embarazadas los hombres la miraban diferente por la calle, no como mujer, sino como madre, y con ese traje es una manera de imponerse y decir que ser madre no deja de ser una mujer, sigue siéndolo más allá del traje.
Creo que hubo varias lecturas pero en general cada uno que se puso el traje en la alfombra roja se sintió un héroe y muy seguro de sí mismo y eso me puso muy contento.
¿Los trajes son de alguna marca?
No son de ninguna marca en especial, los trajes van numerados y firmados a mano, para la presentación del proyecto, que fue en una revista de mucha tirada nacional, ahí sí que hubo muchas marcas que cedieron trajes como por ejemplo Mango o Adolfo Domínguez entre otras, el resto lo financio yo, y si no encuentro la talla los hago yo. Aquellos trajes que tienen marca, yo se los saco y le pongo mi etiqueta del nombre del proyecto “la mujer que llevo fuera”, la numeración y mi firma a mano.
¿Hay algo que creas que no se dijo y que se debería decir?
Creo que no hay nada que haya quedado por decir porque es un proyecto que sigue todavía y tiene mucho recorrido. Te cuento que en mayo se vendieron los trajes por internet y todo lo recaudado se donó a diferentes asociaciones como mujeres maltratadas, transexuales, mujeres inmigrantes. Este proyecto no tiene un final, sigue trascendiendo en la sociedad y eso me pone muy contento.