El gaucho, típico personaje de gran importancia en la historia tradicional de nuestra patria, se convirtió en el silgo XVIII en el arquetipo del trabajador rural, del pobre perseguido y casi esclavizado, del personaje desheredado de la sociedad, sin derechos civiles ni judiciales. Esta injusta persecución y denigración a la que fueron sometidos, produjo una reacción que dio nacimiento en cada provincia al caudillismo, hombres que lucharon contra la hegemonía porteña no solo en defensa del federalismo, sino por los derechos de estos grupos de ciudadanos que tanto le aportaron a la libertad e independencia de la patria.
No se puede ocultar tampoco que su bajo nivel cultural (analfabetismo total o parcial) los caracterizaba como violentos, pendencieros, borrachos, de cuchillo fácil. Esta antinomia se ve claramente reflejada en la férrea defensa del gaucho que hace en su “Martín Fierro” Don José Hernández, obra considerada “la biblia gaucha” que describe las vicisitudes de estos ocupantes de las pampas argentinas y “Facundo o civilización o barbarie” de Domingo Faustino Sarmiento, que la describe como una especie inculta y bárbara. Sin pretender tomar partida por uno u otro, solo diré que estos personajes aportaron páginas enteras a la historia y literatura del país.
La expresión “Gaucho” tiene su origen en la palabra quichua o mapuche “huacho” que significa “huérfano” y es el resultado de la mezcla del europeo y el nativo. Dos teorías se sostienen para explicar su aparición, una refiere que los primeros gauchos fueron personas que pretendiendo alejarse de su pasado, se fueron a las pampas donde había agua de sobra y pasto fresco para el ganado, la otra más fuerte le da un origen indígena.
Muy pronto estos personajes desarrollaron una gran habilidad en las tareas rurales, y se les reconocía por lo respetuoso, el cumplimiento de la palabra empeñada y su gran solidaridad (de allí la expresión “gauchada” para referirse a un favor pedido o concedido), el problema que todas sus diferencias la resolvían a punta de cuchillo y hasta la muerte. En nuestros días mantienen sus tradiciones, sus vestimentas y habilidades campestres, aunque los avances tecnológicos y de comunicación los acercaron más a la educación, de todas maneras son el símbolo representativo de la identidad tradicional y cultural de nuestra patria.
Por ello todos los 6 de diciembre se conmemora “El día Nacional del Gaucho” en recordación de la fecha de publicación de la primera parte del “Martín Fierro” de José Hernández. Esto quedó oficializado el 15 de diciembre de 1993 mediante la ley 24.303 impulsada por el Diputado Alberto Albamonte, con la colaboración del presidente de la Federación Gaucha Argentina Don Juan José Guiraldes. Mediante decreto 1096/96 se dispuso la creación de la Comisión Nacional del gaucho, integrada por cinco miembros designados por la Secretaría de Cultura y duran dos años en sus funciones ad-honorem, su principal tarea es la organización de los actos conmemorativos y la difusión de las actividades gauchas en el país. Desde la baja consideración social por parte de la alta sociedad que los miraba como seres inferiores, a través del tiempo estos personajes populares se convirtieron en el símbolo de nuestra identidad nacional.