Una diseñadora incansable que viene construyendo su camino al andar, que no falta nunca al trabajo y que está pendiente a cada uno de los detalles en el proceso creativo de sus colecciones, logró que hoy en Buenos Aires periodistas, críticos de moda y público en general se encuentren expectantes a sus desfiles y de los cuales no se hablan más que maravillas.
Todos recordamos aquella Jessica que hace muchos años se presentaba junto a Martin Churba ¿Cómo recordás esa etapa?
Como una época increíble, la recuerdo con mucho cariño, fueron mis comienzos y con Martín hicimos una revolución; nos divertíamos mucho, éramos y somos aún muy amigos. En un momento tuvimos una división, nos gustaban distintas cosas y para no romper esa linda historia que habíamos construido más allá del negocio que era una amistad decidimos cada uno seguir por su lado.
¿Cómo fue la historia en Trosman?
En Trosman es donde me desarrollé como diseñadora y pude realizar tal cual lo que yo quería hacer sin necesitar un consenso. Cambié la estrategia de marketing de Estados Unidos a París y aquí empezó una carrera que si bien yo me presentaba como Trosman me llamaban con nombre y apellido como una diseñadora. Y bueno cuando me vi con un negocio tan grande que no lo podía manejar, preferí vender la marca y comenzar a proyectar JT.
¿Fue un shock vender la marca que con tanto empeño habías construido?
No, la verdad que ya tenía ganas de tener algo más chico y hacer algo fácil de manejar. Lo mejor que pude hacer es crear JT, un proyecto mucho más maduro que los demás, donde se ve una evolución de mi madurez en el diseño y no solo hay prendas tridimensionales como me gusta crear a mí sino también prendas básicas y ponibles.
¿Cómo fue el proceso de construir la identidad de la marca?
JT es lo que yo soy, es básicamente mostrar lo que a mí me gusta, es pensarme a mí en joven. Repito, lo que le gusta a la gente joven, porque me siento joven.
¿Cómo vivís la dualidad marca-diseñadora?
Yo me siento ambas cosas, si bien JT no es una marca masiva, siento que por momentos le hablo a bastantes personas, porque al final no termina siendo muy chiquita, tengo dos locales y pensando en un tercero.
¿Cómo evitas la contaminación de la parte más dura de una empresa, que son los números?
En esta sociedad no me preocupo para nada de los números, es una locura porque no se ni lo que pasa. Mi socio se ocupa de esa área y él no me cuenta para no contaminarme. Están bien divididas las responsabilidades.
¿Cómo te definís como mujer?
Soy muy tranquila, muy estable y muy trabajadora, antes era una enferma del trabajo, pero ahora estoy mucho más tranquila. La verdad disfruto mucho trabajando, se termina mezclando el hobbie con el trabajo.
¿Cómo es el proceso creativo de la marca?
Vengo con una idea y la plasmo en un pedazo de tela o empiezo a levantarlo como una escultura y después comienzo a decir esto va acá o allá. Luego empiezo a elegir telas, colores y estampas. Tiene que ver con el desarrollo de una pieza que luego se transforma en el tema de la colección.
¿Cómo es salir al exterior con una marca?
Jugar en primera división, competir con los mejores, quienes tienen noción de confección que ya no son diseñadores sino una máquina de construir, son la fábrica que hacen los mejores sacos, las mejores camisas, y vos que vas de Argentina en donde la friselina que se encuentra no es la mejor, que la tela tampoco. Es durísimo, pero la seguimos peleando y seguimos estando. Actualmente tenemos 30 clientes en el exterior.
Viéndote hoy donde estás ¿en qué sentís que creciste con respecto a Jessica del 2000?
En cómo me tomo las cosas, cómo resuelvo los diseños. La garra que le pongo es la misma de siempre y sobre todo con la misma energía y felicidad.
Lo mejor que pude hacer es crear JT, un proyecto mucho más maduro que los demás dónde se ve una evolución de mi madurez en el diseño”
Nota: Alexandra Muraco | Foto: Juanma Rodriguez | Asist Fotografía: Alejo Sivori
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