La ONU establece que la educación es el fundamento básico para la construcción de cualquier sociedad. Es la inversión única que los países pueden realizar para construir sociedades equitativas, saludables y prósperas.
Las sociedades actuales demandan el desarrollo de habilidades para la vida que deberían ser impulsadas desde temprana edad.
Vivimos en un mundo complejo, individualista y en muchas ocasiones, totalmente injusto. Existen numerosas comunidades en donde los niños no tienen acceso a la educación y sus infancias transitan en las penumbras del hambre y la violencia.
“Un buen maestro puede cambiar para siempre la vida de un niño. Una escuela puede cambiar la vida de una comunidad. La educación puede cambiar un país.” Carmen Pellicer.
Educar para la paz, en tolerancia, capacitar a los estudiantes para que comprendan el mundo que les rodea, con el objetivo de que puedan realizarse como individuos y convertirse en ciudadanos activos y compasivos, es el reto que tenemos que asumir.
El mundo necesita nutrirse de políticas que preserven y prioricen el desarrollo de los niños. El conocimiento es la llave de la libertad y la única posibilidad de ser nuestra mejor versión.
Para ello necesitamos crear conciencia, aportar cada uno desde su lugar, lo necesario para acompañar a los niños en su desarrollo integral y armónico, en donde prevalezca el amor y la confianza.
Sólo lograremos erradicar la desigualdad y la intolerancia cuando la educación no sea un privilegio, sino una realidad en el cotidiano de toda la humanidad.