Todo cambio trae a cuesta una revolución, un proceso que es relativamente indescifrable, todo cambio juega en el patio de la pausa. Porque la pausa genera el espacio para articular los pasos a seguir.
Es allí donde nos permitimos abrir el alma y conectar con lo real, sin aplicarle tanto ego o fantasía.
La tan famosa pausa tiene mala fama, de pérdida o de fracaso, hasta suena como abandono para muchos, sin embargo te has puesto a pensar que en los momentos de grandes pausas han aparecido preguntas y respuestas grandiosas.
Es un escalón de descanso entre el pasado y el futuro, que te permite mirar con claridad sin juicios lo que tu corazón late tal vez con muchos anuncios y sin posibilidades de haber sido escuchado.
Por lo tanto si aprovechas la pausa como trampolín para lanzarte luego a lo que tu alma te dicta tus cambios serán congruentes entre lo que piensas, dices y sientes.
Improvisar no es caótico pero lleva una cuota de energía extra, y más aún cuando lo que está en juego son decisiones fuertes o importantes, por lo tanto no te limites a pensar en la posibilidad de que el tiempo no te acompaña, no te abraza y te exige a que decidas ya lo que en tu buena hora necesita una pausa.
¿Te imaginas todo el universo esperándote pausado y neutro a que decidas a tu favor?
Practica la pausa cuando la necesites, válido para todas las relaciones humanas, no te sientas forzado a ser quien no eres, a vivir para la tribuna, y dejar de lado tu esencia, y si estas en un proceso de descascararte aplica la paciencia y el espacio necesario para pulir la versión más cómoda a tu ser.
El tiempo y el espacio son grandes aliados en un momento de pausa para dejar florecer los mejores y mayores cambios de nuestra vida.
Practica la pausa sin culpas, es una instancia abierta a las infinitas posibilidades de volver a elegir lo que quieras, con un corazón más fresco y claro a la sintonía de una energía de frecuencia más alta atraemos maravillosos y grandiosos cambios a nuestras vidas.
Practica la pausa.