Por estas fechas se aproximan épocas de encuentros familiares, cenas, reuniones que muchos hacen con gran gusto y actitud, pero otros no quieren asistir y participar.
Cuando llegan fechas claves culturalmente ajustamos el cinturón emocional y aquellas situaciones que causan dolor parecen hacer más duro este tránsito.
¿Cuál es la postura que debemos tomar frente al dolor de una pérdida, sea cual fuere en estos tiempos?
En primer lugar empatizar con lo que nos pasa, reconocer que somos un conjunto de emociones, que se puede estar triste y melancólico en momentos y se nos puede escapar una sonrisa de vez en cuando.
No obligarse a hacer cosas que no quieres, respetarte donde quieres pasar las fiestas.
La tristeza también hay que darle lugar a sentirla y no reprimirla, abrazarla y darle espacio para que se manifieste en su completitud para luego ofrecerle una alternativa más positiva de manera suave y amorosa, porque cuando la invitación llega de manera sutil, clara y con el corazón es más viable de ser aceptada, siempre y cuando no invisibilices su dolor.
En segundo lugar exprésate, pon en palabra algún recuerdo de lo que te duele y escúchate decirlo es sanador, atiéndete y no quieras tapar o hacer callar lo que sientes, luego invítate a modo consciente a tener una conversación distinta y más salugénica.
Y por último, saber que hay sillas vacías que dejan un gran vacío y con una gran carga emocional, tal vez para algunos sean sus primeras fiestas sin un ser querido o lleven varias, la ausencia física es la misma, el tiempo sólo corre para los vivos, una persona que deja este plano se convierte en eterna en el corazón de quienes lo quieren.
El amor es una conexión que se siente y no se explica en versos, ni aún en estas líneas, cerrar los ojos y animarse a sentir gratitud por haber podido compartir este viaje de la vida con esa persona ya es un gran lujo y motivo de subir una copa hacia el cielo y decirle gracias.
No trates de suplantar lugares con otras personas, cada cual tiene un papel en nuestras vidas, disfrutar de aquellos que están, mirarlos con amor, saborear que aún estás vivo y tienes que seguir de pie, firme, con optimismo y fe.