Entrevista exclusiva desde Madrid, España con el gran actor y escritor Mario de la Rosa donde nos cuenta desde sus inicios en la actuación hasta su paso por la exitosa serie “La Casa de Papel”, su faceta como escritor en “Perros con placa” y “Hemorragias” como así también sus próximos proyectos.
¿Cuándo te empezó a interesar la actuación?
Cuando uno llega a estas alturas de la vida, y echa la vista atrás, se da cuenta que la inquietud artística siempre estuvo presente. Pero no fue hasta bien entrado en los 30 años cuando me di cuenta de que la interpretación me gustaba mucho y que quería formarme para hacer de ella algo más que un hobby, porque empezó siendo eso.
¿Tuviste alguna influencia o inspiración?
Ni yo ni nadie de mi entorno familiar fuimos conscientes de esta inquietud que me ha acompañado durante tanto tiempo. Lo sentíamos como un juego. Fue una amiga cercana que insistió mucho en que me apuntara a unas clases de interpretación; ella sí veía algo que iba más allá del divertimento.
Al principio dudé, pues ya escribía desde hacía tiempo y me atraía más la idea de contar mis propias historias. Así que me interesé por la Dirección, pero estudiar Dirección no era fácil. Por aquel entonces tenía responsabilidades económicas y un trabajo que necesitaba y ocupaba mucho tiempo. Al no poder llevarlo a cabo, ella insistió con la interpretación, así que empecé a tomar clases los fines de semana. Me dijo “Bueno, prueba a ver qué pasa. Si te gusta te quedas y si no, te borras. Tan fácil como eso”. Probé y aquí estoy. A la segunda clase ya conecté… me atrapó.
¿Sentís que hay algún campo en la actuación que te haya gustado más?
No hay un campo que me guste más que otros. Tengo formación en teatro e interpretación para la cámara. Disfruto trabajando con la verdad y las emociones, independientemente de que sea en thriller, comedia, drama o terror… No hay uno que quiera destacar, porque, al fin y al cabo, si el proyecto está bien, todos son interesantes. Sentir y jugar a ser otro que es lo que me apasiona y me hace estar aquí.
¿Cómo es tu preparación previa para cada escena?
Mi preparación previa tiene mucho que ver con el trabajo que hago en casa los días o semanas anteriores al rodaje. En ese trabajo de estudio y análisis, encuentro matices que me hacen conectar directamente con el personaje y su necesidad. Hago un trabajo técnico y emocional del que saco unos titulares; entonces, en las previas de rodar escenas, lo que hago es recordar esos titulares que me llevan a conectar directamente con todo el desarrollo minucioso que he hecho en casa.
También trabajo mucho con música. Hay canciones que me llevan a la emoción, al lugar desde donde tengo que atacar las escenas, y algunas veces, si lo permite el rodaje, escucho alguna canción antes.
¿Acudís a clases de actuación para reforzar conocimientos?
Sí, intento ir siempre que puedo. A veces estoy rodando, tengo ensayos u otras cosas, y el tiempo no me lo permite; pero siempre que puedo, voy a un lugar para entrenar y tener el instrumento afinado. Ese instrumento que conforman la emoción, el instinto y la mente.
Como el atleta que solo compite x días al año, el resto del tiempo entrena para llegar en forma a esos días; esto es igual. Me parece fundamental y necesario.
Tus personajes fueron variando en cada producción, ¿Cómo es que logras mimetizarte con cada uno?
Ahí hay una cuestión de perfil físico que hasta ahora me ha dado muchos personajes de acción, tanto de autoridad como villanos, entonces me voy encontrando más cómodo y puedo habitarlos mejor. Aunque el reto siempre está en hacerlos diferentes entre sí.
También me ocupo de que haya variedad de personajes. Me ha tocado hacer de autoridad, villano, pero también de monje, periodista o cantante; intento que esas inquietudes que tengo como persona se vean representadas en mi carrera audiovisual. ¿Cómo consigo mimetizarme con ellos? Pues veo que hay de ellos en mí y que les pueda ofrecer yo a ellos. Trabajando desde la verdad y tratando de conectar emocionalmente con el personaje y lo que necesita.
La Casa de Papel fue un gran éxito a nivel mundial, ¿Podrías contarnos tu experiencia grabando la serie?
Cierto, La Casa de Papel es un éxito mundial y mi experiencia grabando la serie ha sido maravillosa… estoy muy agradecido por ello.
Entré, en principio, para un personaje que no tenía ni nombre, uno pequeño, y no sabía si iba a aparecer mucho, pues la primera temporada, que se emitió en el canal español Antena 3, se iba grabando al tiempo que se emitía e íbamos con muy poquita ventaja. Entonces, según fueron evolucionando los episodios y las críticas, así iban valorando las tramas y demás.
Suárez se fue ganando poco a poco su sitio y cobrando su nombre. Parece ser que gustó y se le dio su lugar. Fue una experiencia maravillosa; un aprendizaje a lo largo de las 5 temporadas regadas en 4 años, con grandes compañeros y un equipo técnico brutal detrás de las cámaras, siendo al mismo tiempo un disfrute y un aprendizaje.
Luego, la repercusión que ha tenido a nivel mundial ha sumado mucho, tanto a nivel profesional como personal, porque he recibido mucho cariño.
¿Cómo te preparaste y te convertiste en el agente Suárez?
Para meterme en la piel de Suárez tuve contacto con policías que estuvieron cercanos a los GEOs, pues no pude hablar con ninguno de ellos en sí, no resulta fácil entrar en contacto con ellos. Pero sí logré hablar con gente que estuvo haciendo las pruebas de acceso y policías que habían estado muy cerca. Fui configurando un patrón de la exigencia, habilidades y responsabilidad que tienen. A partir de ahí, construí este personaje, junto con lo que dictaban los guiones y lo que me pedían los directores.
No fue fácil mostrarme tan serio, disciplinado y riguroso, pero una vez que me habité al personaje, entendí como sentía y vivía, cómo afrontaba cada reto. Después, no resultó difícil mantenerlo a lo largo de las 5 temporadas.
¿Y cómo fue el trato con tus compañeros? ¿Ya los conocías de antes?
El trato siempre ha sido muy bueno, tanto en las dos primeras temporadas como en las siguientes, donde hubo un par de cambios. Los únicos que nos mantuvimos en el bloque policial desde el principio fuimos Fernando Soto, que hace de Ángel Rubio, y yo. Al principio estábamos con Juan Fernández e Itziar Ituño; luego se sumaron Fernando Cayo, Antonio Romero, Mikel Bustamente… La verdad es que fue muy fácil grabar con todos ellos. Generamos muy buena piña, pasábamos muchas horas juntos, hicimos una familia y esto también se nota, que hay mucha coordinación.
Las menos veces que me ha tocado rodar con otros compañeros, los del mono rojo, pues también ha sido grato. A algunos ya los conocía, con Jaime Lorente había coincidido en “El secreto del Puente Viejo” y a Álvaro Morte lo conocía personalmente porque había ido a ver obras de teatro de su compañía y teníamos amigos en común.
Entonces grabar con ellos era una manera de celebración de “Ay, qué bien que coincidimos” porque normalmente siempre estábamos los polis por un lado y los atracadores por otro.
La última temporada fue muy aclamada por la audiencia, ¿Cómo se sintieron los últimos días de grabación?
Los últimos días los viví con muchas emociones encontradas. Por un lado teníamos estos guiones brutales y muy potentes, con una carga muy grande de responsabilidad y emoción, por lo que apetecía mucho rodarlos y llegar a esos días de rodaje.
Pero también sabía que eran los últimos, entonces había un sabor agridulce por saber que estás haciendo algo importante y bonito, pero también que se está acabando. Sentía una melancolía anticipada, sobre todo en las pausas o en los finales de jornada.
También has escrito dos libros, “Perros con placa” y “Hemorragias”. ¿Podrías describir brevemente de qué trata cada uno?
“Perros con placa” es una novela negra, de género policíaco, que habla de la delgada línea que hay entre los buenos y los malos. Como muchas veces los malos son los buenos y viceversa, dependiendo del factor que los mueve o de la circunstancia en la que se encuentren.
El segundo libro, “Hemorragias”, es un poemario. Es un viaje introspectivo, de cómo vivo el amor desde el desgarro; siempre se suele hablar de heridas, cicatrices y corazones rotos cuando el amor duele. Yo quería hablar de las hemorragias de versos que se me escapan a través de esas heridas. Aunque también hay hilos de esperanza y reflexión.
¿Qué te inspiró al momento de escribirlos?
Para escribir “Perros con placa” me motivó el hecho de escribir mi primera novela básicamente. Ya había escrito relatos cortos, algún guion, mucha poesía, que aún no había publicado, y tenía ganas de dar el salto a la novela.
En mi cabeza había una serie de televisión que quería llevar a cabo; por aquel entonces no tenía ni la fuerza, ni los medios o contactos para hacerla, entonces decidí agarrar esa idea, esos personajes, y plasmarlos en la novela.
También, por otro lado, quería contar que el ser humano se comporta como un animal cuando es llevado al límite. Siempre prevalece la supervivencia. Da lo mismo lo que la sociedad entienda por bueno o malo, si estás entre la espada y la pared, el instinto de supervivencia se impone.
Y para el segundo libro… bueno. Empecé a escribir poesía muy joven, con 16 años, y tengo ahí como un cuaderno bitácora; un diario emocional de cómo ha sido mi amor y desamor a lo largo de mi vida. Lo fui plasmando durante la época más dura de la pandemia y edité una selección de 50 poemas para ser publicados.
¿Sentís que esta faceta de escritor se puede complementar con lo actoral?
Siempre digo que mi faceta de actor y de escritor se retroalimentan. Cuanto más interpreto y actuó en los medios audiovisuales, más voy conociendo los matices de las tramas, las situaciones y personajes, lo que requiere la narrativa y el proyecto; todo eso me ayuda mucho a escribir.
Después, cuando me pongo a escribir y a matizar en palabras los desarrollos de las tramas, mis personajes y sus emociones, también se aprende mucho y me sirve para entender desde qué lugar mis personajes audiovisuales lo hacen.
¿Te gustaría escribir otro libro? ¿Cuál sería el género ideal?
Creo que nunca voy a dejar de escribir, mientras pueda, igual que de interpretar. Estoy escribiendo una nueva novela de la que ya llevo algo más de una tercera parte. Es un thriller, que si tuviera nombre y apellidos, sería un thriller-romántico-erótico, que va más allá de una cuestión de forma. Me interesa saber de dónde nacen las pulsiones que nos llevan a hacer las cosas.
¿Tenes algún proyecto en mente para el futuro o que se esté produciendo?
Sí, aparte de estar inmerso en mi nueva novela, también lo estoy en el montaje de una producción teatral que incluye música, danza, dramaturgia y poesía. Es un proyecto que estoy creando desde cero junto con un grupo maravilloso de grandes artistas. Y por último, con el rodaje de “Los pacientes del Dr. García”, que es una serie española de televisión que después de estrenarse en TVE irá a parar a Netflix. Es la adaptación de una novela de Almudena Grandes, en la que tengo un personaje de reparto que es muy jugoso, y estoy disfrutándolo mucho.
Nota: Sofía Oriol @sofioriol exclusiva para Revista Brooke
Fotos: Luis del Amo @luisdelamo.es