La pasión por la pintura a gran escala lo llevó a dejar su arte en las ciudades más importantes. Este joven nacido en Caseros, es considerado uno de los diez mejores muralistas del mundo.
Pintar para Martín es una forma de vida, algo que hace desde muy temprana edad casi como un juego. Comenzó antes de los 10 años haciendo murales para amigos, en la calle, en el colegio. Guiado por el gusto de hacer arte continuó con su pasión sin saber que entre pinceles y pintura estaba la ocupación que lo llevaría a viajar por todos los continentes y llevar su impronta por las ciudades más importantes del planeta.
Una vez que hace su magia en algún edificio o pared lo que allí queda plasmado, según sus propias palabras, ya no le pertenece. Ahora es un bien público para los vecinos, para la sociedad entera, además de poner en valor el inmueble y a todo su entorno.
¿Cómo te definís artísticamente?
Soy pintor de gran escala, que elige la calle para generar sus obras. Uno va redescubriendo la actividad de muralista. Porque es muy fácil decir que uno es muralista cuando tiene la posibilidad de pintar murales, pero en realidad uno es pintor. Porque aplica pintura sobre pared. El muro, es otra cosa, cuando te pones a investigar la materialidad de la pared, entender la construcción y la deconstrucción de la misma es diferente. Me interesa mucho como soporte la ciudad, el moverme con la ciudad.
¿Tenes algún edificio o muro que te gustaría pintar?
Sí, tengo uno visto desde hace un tiempo, está sobre Avenida San Juan al 1600, en Capital Federal, junto a una plaza y es un cuadrado perfecto.
¿Cómo es el proceso para la realización de un mural en un edificio?
Existen varias opciones, te lo pueden pedir desde algún organismo, que muchas veces es el que lo financia, o podes presentar un proyecto y comenzar a convencer a la gente los beneficios de hacerlo. Tener un mural en la fachada es poner en valor los espacios, es un edificio que se vuelve famoso, y aporta a la comunidad. Es lo que esta pasando con los murales en Banfield. Es un lugar donde no hay antecedentes de muralismo sin embargo, ya vamos por el segundo mural.
Un claro ejemplo fue el de Carlos Tévez en el barrio Fuerte Apache. ¿Cómo fue pintar ese mural?
Fue durante el mundial de Sudáfrica, me llamaron para pintar la imagen de Tévez en un potrero, a modo de regalo para los chicos que jugaban en el lugar. Pero el proyecto cambió cuando decidí pintar sobre la medianera y en altura. Eso fue maravilloso, se convirtió en un atractivo turístico. Muchas personas iban a conocer el barrio y el mural de Carlos Tévez.
Después de varios años Tévez me llama para pintar dentro de su gimnasio una panorámica de su barrio natal, para tenerlo siempre presente y no olvidar su origen.
¿Cómo llegas a pintar alrededor del mundo?
La movida del «street art» fue surgiendo muy orgánicamente en todo el mundo, de a poco se fueron generando festivales donde se invitaba a referentes de distintos países a participar. Así fue que mediante invitaciones, tuve la posibilidad de ir trabajando en diferentes lugares o también alguien que vio tu obra te contacta para que pintes un mural en cualquier país.
¿Algún monumento o edificio histórico por pintar?
El deseo de pintar el obelisco de la ciudad de Buenos Aires, cuando vos pintas un mural sobre la pared, no ves más el soporte, cualquiera sea, queda atrás de lo que pintes. Muy diferente es el caso del Obelisco que es un buen soporte, porque nunca deja de ser un monumento. Tuve la posibilidad de plantearlo, pero no prosperó la idea, por lo menos por ahora.
¿Te llamaron de la embajada de Estados Unidos para pintar la residencia del embajador?
Sí, en ese momento el embajador era Noah Mamet, fanático del tenis, me pidió dos murales, uno de Andre Agassi y otro de Del Potro uno en cada muro de la cancha de tenis de la embajada.
Martín intenta abrir una ventana en cada obra que realiza, y dejar salir a la luz la historia de ese muro que se combina de manera coherente y armoniosa con sus pinceladas. Podemos verlo en el muro de la memoria de AMIA, la escalera, que utiliza como base las únicas dos columnas que resistieron al atentado.
Es consciente que tapar una fachada de un edificio histórico tiene gran impacto, por eso le gusta explorar el muro en su materia y ver la posibilidad de usarlo como recurso y no ocultar del todo ese soporte. Seguramente seguiremos viendo obras de Martín Ron en el mundo. Este joven artista deja una interpretación sin condicionamientos, eso es lo que lo hace único, y esa grandeza de desprenderse de su obra para hacerla pública.
Producción Fotografía Buenos Aires
Nota y Fotos: Cristian Flores @cristianrf
Producción exclusiva para Revista Brooke