Cuando pensamos en África nos llegan imágenes de desiertos, selvas, pirámides, turbantes, camellos, leones, Aladdín y un deseo enorme de descubrir las maravillas que esconde este tan antiguo continente. Continente al que se le asigna ser la cuna de la Humanidad. Quizá por eso que muy dentro nuestro, siempre está ese bichito que nos llama a querer visitar a la madre de todos los continentes.
La curiosidad es algo que me caracteriza y me motiva, la misma que me llevó desde Argentina a Marruecos para traerles un poquito de dos ciudades no muy lejos una de la otra pero muy diferentes entre sí. Te propongo que te subas a la alfombra mágica de Revista Brooke y me acompañes en este viaje casi ancestral.
MEKNES
La Ciudad Imperial de Meknes se encuentra ubicada en Marruecos, África. En este país se habla árabe marroquí y francés. Mi visita la realicé en noviembre (primavera argentina, otoño marroquí), y el clima era bastante ameno.
Llegué en tren desde Casa Blanca aproximadamente dos horas de viaje. Al ceder mi asiento tuve que sentarme sobre mi valija junto con otros marroquíes. El viaje fue llevadero ya que ellos son muy habladores y al verte extranjero en seguida entablan conversación.
Meknes es una de las cuatro Ciudades Imperiales de Marruecos, lo que significa que en algún momento de su historia fue capital del Imperio (1672-1727). Las otras tres ciudades imperiales son Fez, Marrakech y Rabat. Es una ciudad con origen en el siglo VIII y está ubicada en un lugar privilegiado para la agricultura, lo cual la convierte en una zona muy productiva y además es importante para el comercio y la artesanía.
Si bien no es una ciudad con muchos puntos fuertes a visitar, su historia y su gente hacen que sea totalmente inolvidable.
Para una persona que viene desde este lado del Atlántico todo es complemente nuevo y pareciera que uno está inmerso en las “Mil y una noches” o en los zapatos de Aladdín. Mercados, murallas, mezquitas, el llamado a la oración, alfombras, olores a especias, inciensos, todo sabe a magia.
MEZQUITA DE LALLA AOUDA
Marruecos es el país musulmán a mi entender más occidentalizado del continente africano. Si han estado en Casablanca habrán podido observar que tranquilamente podría pasar en algunos aspectos por una ciudad europea, pero aún así hay ciudades donde lo occidental y lo milenario de la cultura musulmana se mezclan. Desde Pizza Hut hasta un Mc Donalds donde ningún menú es conocido por nosotros. Un Ibis junto a un restaurante típico marroquí; y como estos muchos ejemplos más. Miran hacia Europa, los jóvenes copian las modas pero al mismo tiempo lo clásico se mantiene.
Llegar a Meknes impresiona, una ciudad muy antigua con mucha historia, y mucha gente amable por conocer. Detrás de una gran muralla se alza la Mezquita de Lalla Aouda. Fundada originalmente en 1276 EC (Era Común) fue la mezquita principal de la ciudadela construida por el sultán de turno. El nombre actual lo recibe hacia el siglo XVI o posterior. Fue reconstruida para el siglo XVII convirtiéndose en la primera mezquita de la nueva capital imperial. Sabe ser una de las más grandes de la ciudad y está ubicada en el extremo este de la gran plaza conocida como Place Lalla Aouda ubicada detrás de la puerta de Bab Mansour. Ocupa un área de 48 por 45,5 metros, en su patio interior tiene una fuente central y está rodeada de arcos de herradura. Para describirla un poquito es importante decir que frente a las entradas los arcos nos llevan a la sala principal de oración. En los lados laterales del patio hay dos puertas que nos conducen cada una de ellas a una gran cámara, una de las cámaras es de oración reservada a las mujeres y la otra sirvió originalmente de biblioteca. Lo fascinante de este tipo de visitas es que uno puede ver las diferencias en cuanto a las construcciones cristianas en Europa. Recomendable cien por ciento.
PUERTA DE BAB MANSOUR Y PLAZA LAHDIM
La Puerta Bab Mansour fue construida en 1732 y era la puerta de ingreso a la ciudad imperial. Hoy día se ingresa por la zona lateral por lo cual está muy bien conservada, siendo la puerta más grande de Marruecos y de África del Norte. Mide 16 metros de altura, y otras de las funciones que tenía era conectar con la Plaza Lahdim y unir la medina de Meknes con la Plaza Lalla Aouda. Estando allí una tarde decidí subir a la terraza de un restaurante, del cual no recuerdo el nombre, frente a la Gran Puerta Bab Mansour y tener otra mirada de la ciudad. Fue algo realmente mágico. Mientras tomaba mi té marroquí y jugo de naranja dieron las cinco de la tarde y se hizo presente el llamado a la oración. El mundo se detuvo por unos instantes. Todo se sentía espiritual y la atmosfera era simplemente mística. En la plaza todos dejaron de hacer sus actividades y se abocaron al rezo. Es una experiencia única y digna de ser vivida. Una vez terminado el momento del rezo, la plaza despierta retoma sus actividades, los murmullos, la gente, los vendedores y demás cositas que uno encuentra en las plazas marroquíes. Sinceramente creo que es un must en el check list de nuestra visita a Marruecos.
EL MAUSOLEO MULAY ISMAIL
Caminando bordeando la gran muralla uno llega al Mausoleo Mulay Ismail. Nos recuerda la grandeza de la cual fue parte Meknes en épocas donde no sólo era una ciudad imperial capital del reino, sino además punto indiscutible del comercio y la diplomacia.
Fue construido en 1703 y es uno de los pocos templos religiosos a donde quienes no profesan la fe musulmana pueden ingresar. Aún así un sector del Mausoleo conocido como la zona consagrada donde se encuentran las tumbas de Mulay Ismail y su familia no es accesible a aquellos quienes no siguen las enseñanzas del Islam, como en mi caso, que debí observar desde la distancia.
Lo que van a encontrar al ingresar serán salones amplios con techos tan altos que parecen no tener fin. El sol ingresando casi durante todo el día por sus ventanas y decoración con azulejos y mosaicos de estilo árabe. Si Marruecos es el primer país musulmán que visitan seguramente quedarán maravillados y con ganas de mucho más.
Meknes puede visitarse simplemente en un día, es una ciudad con mucha historia, quizá no tantas cosas para ver, pero realmente un paso obligado antes de tu próxima parada.
MERCADOS DE MEKNES
Una de las características de las ciudades marroquíes son sus mercados. Los hay de todo tipo, colores y tamaños. Todo se vende en un mercado marroquí. Para mí fue una experiencia totalmente nueva y aprendí a regatear los precios. Siempre, siempre peleen los precios porque seguramente en el puesto siguiente lo pueden conseguir más barato. La frase sería algo como “ah! pero en el otro puesto me lo venden por mucho menos” y crean cuando les digo que esa frase es mágica. Todos quieren venderte algo, así que siempre estarán encima rebajándote los precios. Aprovechalo!
COUS COUS
No quiero dejar pasar la oportunidad de hacer mención a la gastronomía marroquí.
Seguramente sabrán que en el cristianismo el día sagrado es el domingo, por dicha razón en países extremadamente católicos el Domingo no se trabaja. Esto se estableció en la Edad Media a modo de dar un respiro frente a tanta guerra y/o enfrentamientos que se vivían por entonces. En Marruecos, país de fe musulmana el día sagrado no es el domingo, sino el viernes. Dicho día de la semana no se trabaja, los negocios están cerrados, y es un día para pasarlo en familia. Es por eso que así como en Argentina existe el asado de los domingos, en Marruecos existe el Cous Cous del viernes. La familia se reúne este día sagrado de la semana para almorzar y pasarlo juntos. Las mujeres comienzan desde primeras horas la preparación del Cous Cous, que además es considerado el plato ícono representativo de Marruecos, puede ser de verduras únicamente o llevar cordero por ejemplo. Se come con la mano (cosa que jamás pude aprender hacer bien). Sentados en el piso frente a la mesa, la madre (cabeza de la familia) es quien reparte, se come desde la misma fuente de barro en la que se cocina. Fue la experiencia más linda que he tenido en mi visita. Invitada a la casa de un amigo, en un barrio humilde marroquí, fui parte de esta hermosa tradición. Como no sé comer con la mano, la madre de mi amigo gentilmente me separó mi porción en un plato aparte con una cuchara, y a pesar de las burlas y risas por mi torpe proceder me hicieron sentir como que era un miembro más de esa hermosa familia.
El Cous Cous, fue y sigue siendo uno de mis platos preferidos marroquí no sólo por lo rico que es, sino por los buenos recuerdos que me invaden al comerlo. No dejen de probarlo!
IFRANE
No todo es desierto y mausoleos en Marruecos, también está lo que yo llamo la pequeña suiza. A una hora en coche nos encontramos con una pequeña ciudad que contrasta con todo lo que podemos imaginar de Marruecos. Llegué creyendo que me encontraría con una ciudad árida, plazas a lo Marrakech, camellos, pero me sorprendió al ver una ciudad increíblemente limpia, ordenada, fría en cuanto al clima, muy verde y con casas estilo alpino. No sabía si estaba en Marruecos o en Suiza.
No es que esta ciudad tenga nada en especial para visitar, pero creo que es importante darse una vueltita para ver los contrastes geográficos que ofrece Marruecos.
Y ¿por qué parece una ciudad del occidente europeo? Ifrane fue creada en 1930 por franceses, allí se encuentra la Universidad privada más costosa de Marruecos, es un destino turístico de la gente adinerada y además un gran centro de esquí en invierno. Sí, es muy posible que no lo sepas, al menos yo no lo sabía, en Marruecos nieva.
En Ifrane encontramos una plaza central y a su alrededor diversidad de bares, hoteles y restaurantes. Lo más importante de la ciudad a visitar son sus parques, bosques, montañas, lagos, manantiales y la naturaleza que la rodea.
Particularmente mi visita se realizó en otoño y casi que el frío es bastante intenso. Me llegué hasta el Manantial de Vittel que se encuentra rodeado de un bosque de arces y álamos. También es posible cruzarse con el Mono de Berbería, la misma especie que se encuentra en Gibraltar.
Los bosques se pueden recorrer a pie, en bici y a veces hasta a caballo. Marruecos es un país muy diverso, playas, arena, nieve, bosques, montañas, desiertos y mucha historia.
Para quien visite cualquier ciudad de Marruecos debe ir preparado y abierto para lo distinto. Olores, costumbres, historia, cultura, todo es nuevo.
Jamás me cansaré de visitar Marruecos, y espero que vos tampoco, sinceramente creo que tiene ese “no sé qué”, que te deja deseando un pronto regreso.
Shukran. (Gracias)
NOTA: Fernanda Catanas @argentafotografia