En la actualidad la niñez vive al ritmo vertiginoso que le imponemos los adultos: colegio de escolaridad completa, actividades extracurriculares, psicopedagogos, talleres extra programáticos, idiomas, deportes… etc.
La pregunta es ¿y cuándo son niños? Con las exigencias y las altas competencias otorgadas por los padres, se han perdido las tan necesarias horas de ocio y aburrimiento, ese tiempo exquisito en el que los niños comienzan a utilizar su imaginación para generar nuevos espacios de juegos y explorar el mundo con recursos propios.
Los niños 3.0 son niños sobre-estimulados a temprana edad, que cuando no tienen alguna actividad en su agenda, se frustran sin saber qué hacer con su tiempo libre. En ocasiones suelen ponerse de mal humor, reclamando alguna actividad, o bien, reaccionando de mal modo con el entorno. Son niños con poca tolerancia a la frustración, ya que todo lo tienen organizado o un clic de resolver y aquello que los sorprende o requiere de su imaginación, los desborda.
Es necesario brindar espacios de tiempo libre, sin nada planeado, sin prisa. Permitirles aburrirse hasta que surjan las grandes ideas y con ellas las ganas de crear y poner en práctica experiencias que les permitan explorar las diferentes posibilidades del entorno y de algunos materiales simples. No es necesario pensar en espacios abiertos o buscar recursos extraordinarios. Con papeles en blanco y muchos colores, con telas y ropa para disfrazarse, con cartones para hacer máscaras, con cajas para apilar, con tapas para hacer laberintos… es solo cuestión de animarnos como adultos, también a despojarnos de las estructuras y entender que se aprende mucho más en la manipulación y la exploración del entorno.
Permitir a los niños explorar las posibilidades de su realidad, nos permitirá a los adultos observar los verdaderos talentos que en ellos debemos acompañar a desarrollar.