Muchas veces pensamos que si nos ocupamos de nosotras, de amarnos, de respetarnos y de dedicarnos tiempo para hacer aquello que nos da placer, somos egoístas.
Nos han enseñado a dar a los demás: a dar tiempo, a dar amor, a dar respeto… ¿Pero puedo dar lo que no tengo para mí? Y si no puedo dar lo que no tengo, tampoco puedo recibir.
La vida es un constate fluir, es como un engranaje que se nutre de acciones que permite que circule la energía. Depende de nosotras qué nutrientes le ponemos a ese engranaje.
¿Por qué es importante entonces quererse a uno mismo?
El amor propio es fundamental para aprender a regular las emociones y elevar nuestra calidad de vida.
Si nuestra autopercepción o estima están debilitadas, será complicado vincularnos sin apego, con libertad y confianza.
Seremos rehenes del miedo, los celos y la angustia.
Los vínculos se construyen desde el amor y el primer vínculo que debemos fortalecer es con nosotras mismas.
Si no te amas, es difícil amar a los demás.
Si no te amas, es más complejo que te amen.
Si no te amas, miras al mundo con desamor.
Si no te amas, las emociones que afloran son adversas.
Amarnos nos da la libertad de fluir con desapego y disfrutar desde el amor verdadero.