Si la humildad y la empatía fueran persona, su nombre seria Pablo, diseñador de alta costura que sigue firmemente sus ideales y que escucha atentamente a su yo interior. No teme a equivocarse y siempre mira hacia adelante con gran positivismo. Se destaca en construir vínculos y esto es lo que lo hace único y diferente. Los invito a descubrir a este maravilloso ser y enamorarse de su arte.
¿Cuál fue tu acercamiento a la moda?
Mi acercamiento a la moda viene de mi barrio en donde había muchas modistas cada una con su estilo, de hecho mi mamá era modista, de todas ellas era la que tenía Academia de costura y además confeccionaba vestidos de novia.
Me críe dentro de un taller de costura desde los 6 años y aunque no quisieran, yo a escondidas, cuando todos se iban a dormir la siesta, me metía y jugaba con las telas y las revistas Burda. Crecí entre clientas y señoras que venían a aprender a coser y mis dibujos de novias e iglesias, ¡mi obsesión! De chico ya estaba marcando mi futuro y ¡así fue! (sonríe…).
Contame un poquito los pasos que fuiste realizando hasta que llegaste a tener tu atelier.
En principio no conté con apoyo desde mi casa, por eso me llevó tiempo trabajar de lo que amo. Un día me mudé a Buenos Aires y comencé a estudiar en la Escuela Argentina de Moda, continué capacitándome con un diseñador muy conocido que hoy ya no está en Buenos Aires y cuando iniciaron las ferias de Palermo empecé a moverme por ese ámbito llevando ropa gótica. Así fui incursionando en el mundo de la moda con distintos materiales y formas mientras seguía trabajando.
Llegó la crisis en Argentina y me quedé en la calle, sin trabajo, sin familia, me quedé solo…, esto me llevó a sentarme y decirme “voy a trabajar de lo que más amo”, y así comencé en un departamento chiquito que alquilaba en el centro de la ciudad de La Plata, en donde de día era mi atelier y de noche mi casa.
Así junté el dinero para hacer 3 vestidos con tafeta y algunos encajes que me habían quedado de mi mamá, los bordé y apliqué yo mismo, también fui al Ejército de Salvación en donde compré vestidos viejos, los lavé, los desarmé y reutilicé sus encajes, llamé a una revista muy conocida de acá, “Festejar”, y los publiqué.
Siempre cuento que es increíble, desde el primer momento que decidí hacer esto ya estaba todo el camino abierto, porque ese día que decidí publicar esos 3 vestidos de “tafeta”, la revista que fue muy buena conmigo, me regaló una foto más, y el fotógrafo tenía a su cuñada que se casaba y ahí mismo me puso en contacto con ella, quien vino al otro día a mi Atelier, al que preparé con flores, con todo, ya era mi primer clienta y así fue mi comienzo. De a poquito fui creciendo hasta llegar a donde estoy hoy, una casa bellísima del 1900, que también es mi casa, porque si hay algo que entendí de tener ambas cosas en un solo lugar es que la gente busca ese sentimiento de cercanía, confianza, seguridad, ese vínculo que yo genero con mi clienta, que puede estar sentada en un living que es mi casa, que se sientan en un lugar privado y cómodo, que no es un negocio.
¿Cómo fue ese primer día en tu espacio oficial?
En realidad no sé si hubo primer día porque se trabajó desde el vamos en la casa, ya que era un petite hotel de principios de siglo y había que arreglarla, así que junto a mis amigos pusimos manos a la obra y mientras tanto yo atendía porque si no me fundía. Así que ese primer día fue con olor a pintura, a cera, habíamos lijado, pero donde veía la clienta estaba impecable, y eso es lo que me gusta de esto que fue un paso a paso y nunca paré.
¿Qué es lo que más te gusta de diseñar para novias?
Amo la alta costura en general, diseño un vestido más allá de pensar si es novia, 15 años o madrina, es una construcción con la clienta, gracias a Dios no tengo una estética muy definida y esto me parece genial porque hoy me gusta una cosa y mañana me gusta otra, soy camaleónico, me voy amoldando a lo que me gusta y a las situaciones que atravieso.
No te puedo decir qué es lo que más me gusta de diseñar novias, si te puedo decir que disfruto de la felicidad de mis clientas al ver el vestido de sus sueños.
Definime a la mujer Almenar
Son mujeres con personalidad, fuertes, seguras de sí mismas, histriónicas, son mujeres que saben lo que quieren.
¿Sobre qué valores construiste tu sello personal?
Sobre la sinceridad, la cercanía con mi clienta, en el no divismo, acá la diva es mi clienta, no soy ni yo ni el vestido.
¿Te importan las tendencias?
Si me interesan, a ver, uno puede ser un creativo, tener su propio sello, pero también existe una tendencia y uno tiene que prestarle atención, además la misma clienta te va llevando.
¿Te gustaría diseñar un vestido para alguna famosa?
Si bien sé que es algo importante en cuanto a lo laboral porque eso vende, la verdad no me quita el sueño. He tenido propuestas pero no me cerraron.
¿Cuál es el textil que más te gusta trabajar?
Trabajo mucho el encaje, los tules bordados, la muselina, específicamente trabajo telas que no salen como entran, las transformo, ya que trabajo mucho el bordado.
¿Cómo vivís esta nueva realidad que nos toca atravesar?
Las realidades van cambiando todo el tiempo, pero esto que estamos atravesando es extremadamente nuevo para nosotros. Yo vivo el día a día, esperando, viendo, controlando mis pensamientos. Tengo un don, y es que soy creativo, entonces ocupo mi tiempo en crear desde lo mío hasta un mural, soy un privilegiado y por eso lo vivo como un día a día, nadie sabe lo que va a pasar pero como decía mi abuela esto también pasará.
¿Nos compartís un mensaje para los jóvenes que tienen el sueño de convertirse en diseñadores?
Primero que se dejen guiar por su voz interior, por lo que les apasiona, que sean fieles a lo que son y a lo que sienten. Que se equivoquen porque así se aprende, hay que ponerse en movimiento, muchas veces ese movimiento genera cosas buenas y otras no, pero ahí está el secreto de crecer.
Mi consejo es no llegar a los 90 años y pensar en el podía haber hecho tal cosa y no lo hice, sino llegar y decir “me animé hacerlo y si me fue mal al menos me saqué el gusto”.
Nota: Alexandra Muraco @alexandramuraco | Fotos: Juan Supan @juan.supan para #RevistaBrooke
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