En una entrevista exclusiva charlamos con el diseñador vanguardista Panni Margot, quién nos comentó sobre sus inicios en la moda, sus colecciones y además nos dejó un mensaje de amor y solidaridad.
¿Cómo estás pasando este momento?
Al principio de la cuarentena estaba encerrado en mi casa, sin hacer nada, me dije que glorioso un pequeño descanso, de estar corriendo toda la vida. Me sirvió, pero después de las cuatro semanas, empecé con los barbijos, luego el 50 % de descuento, hacer lo que es publicidad online, terminé como ahogándome en el trabajo, no paro. Descansos he tenido pocos, me los hago. Hay que saber manejar los tiempos, si es por uno, no paras más.
Tener un tiempo para el trabajo y otro para vos, al estar muy encerrado. ¿Sentís que todo eso se potencia demasiado?
¡Claro! La casa misma se convirtió en la oficina. Normalmente tenes tus horarios marcados. Vas al atelier, vas a la oficina, pero ahora, el living de mi casa se convirtió en mi taller. Llevé mi máquina de coser, telas, hilo de metal… Si no me frenan son las 4 hs de la mañana y estoy cosiendo, sigo de largo. También estamos donando para Casa Cuna mis barbijos, diseñados especialmente para ellos, hay muchos otros diseñadores que se unieron a la causa para dar nuestro granito de arena.
Vos siempre tenes esos gestos para poder ayudar a los demás, pero sobre todo a los niños. Me acuerdo una vez que tuvimos una conversación y vos me dijiste de un gran sueño que tenías y de a poquito lo vas logrando.
¡Qué memoria la tuya! De verdad, por favor, es algo que siempre lo he dicho, me gusta extender una mano, no sólo a los niños, me gusta ayudar a colegas, promocionando emprendimientos de otras personas, trato en lo posible de dar mi mano, porque no me cuesta nada recomendar el negocio de alguien u otra marca incluso. Yo le sigo mandando flores a mi amigo Gustavo Pucheta, que es un divino. Suele mucha gente hablar de que existe el ego, la competencia. Yo trato de romper con eso. Viene alguien y necesita algo como una modista o un taller, lo que sea… acá tenes, apoyarnos y ayudarnos entre todos es un pensamiento muy japonés que falta acá. En Japón que es un país post guerra, la sociedad tuvo que levantarse, de no tener nada, pasar hambre, una de las cosas que hizo bien es ese “sentimiento de comunidad”.
Me paso algo muy lindo hace poquito, Gustavo Samuelian, diseñador de la marca de zapatillas, que ahora tiene un emprendimiento de las camisas Artisan que son un lujo, y dueño de la fábrica de las zapatillas icónicas Flecha que ahora le está dando una nueva vuelta de tuerca súper canchera, bien la identidad de él. De repente, me llama un cliente y me dice: Quiero ver algunas cosas de tu marca, le pregunté ¿Cómo conociste mi marca? Y me dijo que estaba hablando con Gustavo Samuelian y se la recomendó. Con esos gestos, gracias al de Gustavo, a mí me va bien, si a mí me va bien, a todos nos va a ir bien, y si a todos nos va bien, a él también le va a ir bien, porque ese es el pensamiento, donde tenemos que empujarnos entre todos, y hacer que la economía crezca, el trabajo crezca, con humildad, con apoyo, con cariño, porque es así, hay que querernos entre todos… falta amor, si tuviésemos más cariño y más amor, vamos a dar más, y si damos más, vamos a obtener más, es así.
Tenemos que pensar en el otro, en el amor por el prójimo, la solidaridad, eso nos va a unir y nos va a ayudar a estar mejor, vos das y también estas recibiendo.
Eso va por sobre todo. Tuve la oportunidad de conocer a Valeria Lynch. Un amor de persona, súper humilde. Le dio un consejo a mi hermano menor Fabián Manuk, que es cantante, estaba estudiando con ella y me quedó grabado toda la vida, “vos arriba del escenario sos el mejor, no hay nadie mejor que vos, sos lo máximo, el mejor, el rey del mundo, pero debajo no eres ni mejor ni peor persona que nadie”. Todos venimos del mismo lugar y vamos al mismo lugar; La realidad de los ego, de creérsela y el egoísmo, no es así. También está mucho eso, de que adornan y vanaglorian a una imagen pública, en mi caso, al diseñador, en realidad hay un equipo enorme de personas, que sin ellos no se puede hacer nada, la espalda matándose a mil, los ojos ni hablar, me ha tocado semanas estar cosiendo. Los talleres, el equipo de trabajo, mi familia, mi pareja, todo, siempre es como que al final se aplaude al diseñador, pero detrás de eso hay muchísimas cosas. Tenemos al sonidista, a modelos, los que hacen la escenografía, al productor… todas esas personas hacen algo enorme, somos todos parte de una cosa.
Todos somos igual de importantes a la hora de producir y de crear algo”.
A dónde es que voy; el tener ego, el creérsela y el egoísmo, la verdad es que no ayudan en nada. Sí tenes la posibilidad de dar tu granito de arena y apoyar, lo haces, hay que hacerlo, porque es un momento donde acá vamos a demostrar lo grandes que somos. Somos un país que tiene mucho, la realidad es que hay mucha gente, hay quienes tienen y otros que no tienen tanto, y aún así las personas que no tienen tanto, pueden ayudarse entre ellos ¿Cómo los que tienen no ayudan? Yo digo, estamos todos en la misma. Lo mismo digo con el uso del barbijo, no nos cuesta nada ponernos un barbijo, que si bien es medio molesto, yo la verdad que los vengo usando hace rato, ya me gustaba.
Es molesto, pero es nuestra salud la que estamos cuidando.
Escucho muchas personas diciendo me lo quiero quitar, me molesta, ya quiero que se termine… va a durar lo que tiene que durar, lo que no puede pasar es contagiar a una persona a tu lado por no utilizar el barbijo un ratito. Vos podes tener todo en el mundo, toda la exposición, ser famoso, tener muchísimo dinero, pero si te agarra esto, al final no te serviría de nada. No te hace el tipo más invulnerable de tener más exposición o más dinero o lo que sea.
Cuando presentaste la segunda colección que se llamó Bogu, que significa armadura en japonés, una de las cosas que impactó fueron los modelos con los barbijos, donde fuiste pionero, ese barbijo significaba estar en contra de la violencia, del machismo, había muchas palabras escritas también. ¿Querés contarnos un poco?
Estábamos hablando de esto que te exhibís, te expones, vienen un montón de cosas con ello. Yo presenté mi primer desfile y de repente empezaron a haber muchos comentarios, empiezan a ver mi trabajo por un lado y comienzo a quedar vulnerable ante un montón de cosas, yo me di cuenta que no estaba solo presente acá físicamente, sino también estaba en una revista, en un vídeo de YouTube, en una página de algún blog. Yo me quedaba vulnerable porque empezaban a aparecen pequeñas cosas… ahí es donde me di cuenta que la sociedad tiene sus cosas de las cuales tenemos que hablar, que es la vulnerabilidad que nos está generando la expansión de nuestro ser en los medios, en las redes, ya no hay una cuestión que solo estamos acá físicamente presentes, sino que hay un yo en el celular de otra persona, en internet, y siempre completamente vulnerables. No me puedo defender ante comentarios o cuestiones que tiene la sociedad de las cuales nos tenemos que cuidar. La humanidad es hermosa, y es muy bueno unirnos, luchar por algo juntos, de cuidarnos, apoyarnos, pero también tiene sus cosas y ahí es donde dije hay que hablar de esto. Todo el mundo hoy en día se está exponiendo, hace su Instagram, Facebook, vídeo y la realidad es que estamos expuestos al machismo, clasismo, racismo, violencia, prejuicios. También dije hay que cuidarse de las redes, de los medios. Lo que hice es representar en un desfile de todo lo que nos teníamos que cuidar, que estas cosas existen, están y que hay que cuidarse. Esta genial sentirnos libres, exponernos y hablar. Hay personas que se exponen y no pensaban en las consecuencias que tiene eso, tanto positivas como negativas. Al exponerte eres vocero de algo y no necesariamente a todo el mundo le va a gustar. No significa que sea bueno o malo, sino que algunos les gusta y a otros no. Justamente el arte y la expresión son subjetivos y por ejemplo, que no le haya gustado a un grupo de personas no quiere decir que sea malo. Hay personas que eso les afecta un montón, sean conscientes de que esto pasa y cada uno es valioso tal cual es y debemos cuidarnos… somos todos diferentes y eso nos hace iguales a todos.
Siempre dicen que la moda es superficial y banal. No es así. La moda escucha a la sociedad y da respuestas y mensajes a lo que sucede, a un contexto sociocultural”.
¿Se podría decir que tus colecciones son consecutivas? La primera se llamó “Saisho”, la segunda, “Bogu”, la tercera, “Kintsugi, y la cuarta Ikebana. ¿Hay un hilo conductor?
Saisho, significa primero, básicamente, lo que hice es presentarme a la sociedad porque nunca había hecho un desfile ¿Quién es este que salió de la nada? Entonces dije, hagamos un desfile en donde esté todo mezclado, porque yo soy una mezcla de cosas. Me identifico muchísimo con la cultura japonesa, y con la oriental en sí. La verdad es que tengo muchos amigos de las distintas comunidades. Hoy en día, encuentro que las personas somos un poco más complejas de lo que simplemente son. Yo escucho las personas que dicen soy argentino y ¿Qué es eso? ¿Está revoleando la boleadora y comiendo todo el día asado? Hasta la identidad de la frontera esta deformado porque uno está comiendo sushi japonés, mirando alguna que otra serie de España o norteamericana. No podemos definirnos con una sola cosa. La sastrería que consumimos es europea, entonces, mezcle texturas, rubros, tipologías, orientales con occidentales, materialidades orgánicas y sintéticas, ni hablar de lo que fue el diseño en sí… y dije, “hola, acá hay un nuevo diseñador. ¡Esto soy yo!”.
Y tuvo un éxito tremendo…
El estar metido en medio de algo, hay que cuidarse. Después dije, hagamos “Bogu”, que son las armaduras que usaban los samuráis. Antes era todo una ciencia ficción el hablar que el humano iba trascender sus límites humanos a través de la tecnología, como brazos robóticos, como la serie de “La mujer biónica” que fue muy famosa y hoy en día ya no es ciencia ficción, hay personas con piernas robóticas que salen a correr, hay músicos que tocan la batería por tener brazos biónicos, pero no sólo eso, sino que todos nosotros hoy en día trascendimos nuestro cuerpo biológico a una presencia múltiple en las redes, medios u otras cosas, entonces eso nos deja más vulnerable y tenemos que crear una armadura, algo que nos encierra y nos cuida, y dije, hagamos más volumen, somos seres que estamos mezclados de lo biológico y lo tecnológico, entonces hacemos una mezcla de texturas, mezclemos materiales orgánicos e inorgánicos y al mismo tiempo agrandemos. Había camisas con mangas largas y pintura violeta… había todo un concepto de cuidarnos y protegernos. Los ataques dejan heridas pero al observar esas cicatrices de algo que vivimos y que quizás nos hizo mal no hay que verlo como algo negativo, hay que aceptarlo porque ya es parte de tu vida y ya lo viviste, eso es estar vivo, es algo hermoso, hay que estar agradecidos de las experiencias que vivimos y que por eso estamos acá en donde estamos. Tome el arte de reparación de cerámica japonés “Kintsugi”, que básicamente tiene la poesía de decir que un objeto que se rompió al volverlo a armar con oro o plata es hermoso porque cuenta la historia del jarrón. Y lo mismo pasa con nuestras heridas, con lo que nosotros vivimos, de lo que crecemos. Debemos aceptarnos y valorarnos, todos somos hermosos y lo que vivimos nos hace quiénes somos. Yo creo que a las experiencias hay que abrazarlas, aprender de ellas, seguir adelante y crecer. Entonces, dije hablemos de eso con la colección “Kintsugi”. Y ¿Qué pasa cuando uno ya se acepta? No te queda otra que florecer, entonces tomamos el arte del arreglo floral japonés e hice “Ikebana”, me expandí, yo mismo florecí y me expuse a todo el mundo a tocar el piano ahí al frente de todo, que no lo había hecho jamás ante una multitud.
Fue todo con un misterio, la música…
Era todo con un ambiente, la colección es florecer, puse bordados, agregué más colores, el violeta, también el amarillo, cuando llegué con un rollo de tela amarilla al local, mi familia me miró como diciendo. ¿Qué estás haciendo? Me arriesgo, crezco, evoluciono, florezco y agregué joyería hecha por Valentina Mander. Unas ramitas de la enredadera de su casa, las cortó y las convirtió en joyas que la aplicamos a la ropa. Entonces me expuse, me sentí preparado para exponerme de esa manera con el piano, ahí hay un florecimiento mío y además el florecimiento de la marca.
Crecer y florecer después de haber aceptado tus heridas es lo que queda y lo que viene, pero no lo pude presentar por la pandemia.
¿Se vienen colecciones cápsulas?
No, pretendo seguir haciendo los desfiles que tanto me gustan. Yo creo que hay que tomarse un tiempo, hay que reflexionar sobre un montón de cosas, sobre todo la industria de la moda ¿Presentar dos colecciones al año? Producir así a lo loco no sé si corresponde, tiene que haber un cambio de paradigmas, debemos hacer bien las cosas y de otro forma, de manera que pueda estar al alcance de todos, que la moda no sea solo un fast fashion, consumir y desechar. Tener una consciencia de atemporalidad, cada prenda que uno use, tenerla durante cinco años y que sigan estando a la moda, incluso presentar las colecciones en forma diferente.
¿Por qué el nombre Panni Margot?
Cuando me cambio de medicina para ser diseñador, dije definitivamente tengo que cambiar mi nombre porque no me suena comercial y me dije flashemos alto que el día de mañana tenga mi línea de perfume, utilicemos mi apodo Pany e italianicémoslo, y le puse doble “n” y la “i” latina, y quedo Panni, como quedaba muy corto le agregue el segundo nombre de mi mamá Margot, que fonéticamente suena a “Margo” en inglés y flashee “The new fragance Panni Margot” (ríe) … creo que suena más comercial y quedó como nombre de marca.
Contame alguna anécdota de algún Argentina Fashion Week.
Siempre hay un diseño que es el más complejo, que lo dejo para lo último… Me acuerdo en el desfile de la colección “Bogu”, yo estaba cociendo sobre la hija de Anamá Ferreyra, Taína; para cerrar ese diseño tenía todo un armatoste generado, que se lo puse en la cintura, lo cerré, había que envolverlo con las telas y coser minutos antes, mientras atrás los modelos que no se querían maquillar porque yo les había pedido un maquillaje grotesco en la boca y algunos no querían hacerlo, “el que no se maquilla no sale”, yo dando las ordenes. Uno está atrás diciendo esto tiene que salir y salir ¡ya! En eso mi hermano me dice, che Panni ¿Qué hago con estos sombreros? Le dije, vas y le pones el sombrero a quienes tienen cara de sombrero (risas), estaba a punto de empezar el desfile… todos gritando y corriendo… yo estaba con Taína cociéndole el vestido.
Me acuerdo de ese vestido de Taína, había que caminar con el vestidito…
Fue muy gracioso, fue un backstage maravilloso, me encanta esa adrenalina, interactuar con todo el mundo, estar a los gritos, pero gritos de euforia, tipo esto sale. Yo dejé todo para ser diseñador, el camino fue muy largo, hubo un montón de cuestiones, incertidumbre, miedos. Imaginate de pasar de estudiar medicina a estar en un ambiente así sin ningún pariente o amigo que me pueda guiar. Conocí a Verónica de la Canal y Vero muy divina me dijo, estudia en la Universidad de Palermo y me fui abriendo paso, trabajando gratis para otros diseñadores durante años, había miedos, inseguridades, yo deje todo. Esto lo hago para mi vida y lo disfruto, me enamoré, amé y dije ¡Ya está! La idea es disfrutarlo, no padecerlo. Hagamos de esto algo divertido, lindo y disfrutemos de un show, generemos un mensaje social, un ambiente lindo para todos.
¿Por qué iniciaste antes la carrera de medicina? ¿Tenes algún familiar médico?
Otra locura mía (risas). Yo desde chico decía “voy a operar personas”, tenía cuatro años, no sabía que había que ser doctor para operar personas, así nació mi fascinación por la ciencia y la medicina. Estuve en la Universidad Maimónides hasta cuarto año, medio becado, segundo mejor promedio y abandoné todo.
Vestís personas, ¿no decís ropa femenina o masculina?
La moda no es superficial o banal, responde a necesidades sociales. Tendríamos que hacer un stop a la segmentación de personas, clasificación de las mismas y lucha de géneros y sexos. Yo quiero dar un paso más allá y ya dar por sentado que todos somos distintos y eso nos hace iguales a todos, es el mensaje de la marca.
¿Un sueño por cumplir?
Construir mi familia, ser exitoso es solo un medio para un fin. El que me vaya bien en mi trabajo, es para poder el día de mañana tener mi familia, mis hijos y mis nietos.
Panni Margot en tres palabras.
Qué ejercicio difícil que me estas proponiendo… Serio, porque lo soy con mi trabajo; Social, porque me encanta charlar con todo el mundo; y Jovial, porque trato de mantenerme joven y divertido… jugando, gritando, saltando y viviendo.
Nota: Edith Sponton @edithsponton | Fotos: Fernando Machado @fer_machado1 para #RevistaBrooke
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