Cuando elegí el título de la sección, “Historias para Despertar”, tenía la idea de compartir logros y aprendizajes de grandes personas, que conozco casi a diario y de quienes aprendo. Sólo para que mi cuerpo no se vuelva a acostumbrar a la falsa incomodidad de no desafiarnos, cambié de parecer (al menos por ahora) y decidí mirarme yo misma, con la esperanza de sorprenderme de lo que encuentre. Despertar quiere decir para mí, reflexionar acerca de qué nos apasiona, qué nos da motivos para brillar, en fin, conocer y descubrir qué nos MUEVE.
He aquí, de nuevo, entonces, otra interpretación de parte de mi historia…
Te cuento, mi encuentro conmigo es el final del relato. Que te lleves muchas preguntas, mi desafío. Invitarte a la reflexión mi mayor deseo, y ver tus ojos brillar mi gran anhelo. Por eso hoy te escribo. Por eso hoy, vuelvo a mirarme al espejo mientras te pienso:
Es cierto, todos los días uso el espejo. Confieso, muchas hablo con él. Y otras tantas, también lo escucho. Cual noviazgo adolescente, me peleo, lo esquivo, lo abrazo, me sonrojo, y de nuevo me disgusto con lo que me dice.
Mi espejo siempre supo que había un momento para que yo observara -muchas veces decepcionada- sólo mi “cáscara” Y él esperó, paciente, hasta que yo aprendiera a reconocerme en él. Sólo tenía que mirarlo de manera diferente! Mi espejo es sabio, no tiene respuestas. Mi espejo sabe hacer preguntas, que es distinto. Mi espejo muchas veces duele, otras me muestra arrugas de felicidad. Mi espejo no es el que era. En realidad, él es el mismo, lo distinto es mi reflejo.
Mi espejo me enseñó a mirarme de otra forma. Me mostró una mirada más amorosa, menos crítica, y más sana. Me desafió a conversarme distinto, a juzgarme sin culpa, y a cambiar la preocupación del tamaño de mi panza por la de conocer qué proyectos tenía en la vida. Me contó durante un tiempo cómo era yo sobreviviendo, y se iluminó cuando me vio decidirme a florecer. Mi relación con él maduró. Y si bien, como es de esperar, volveré a cuestionar seguro varias veces más la respuesta que en él encuentre, hoy estoy segura que no hay mejor amigo que él, que no es más que mis propios ojos, y que es donde siempre encuentro la respuesta.
Y vos, ¿conocés cuáles son las preguntas de tu espejo interior?