“Todo tiempo pasado fue mejor” decía Don Manrique y la nostalgia se hace presente en la moda. De la mano de una mayor conciencia en el consumo y apoyado en filosofías como el slowfashion, el VINTAGE toma cada vez más fuerza y se abre paso en nuestros looks.
Además de la reutilización y reducción del consumo que logra, nos brinda la posibilidad de revivir prendas de mamá o de la abuela revitalizando también nuestros conjuntos para toda ocasión y dándoles un aire exclusivo, único.
A la hora de sumar una prenda así, debemos tener cuidado en agregar sólo lo justo y necesario y no caer en la tentación de recargar el look, ya que la idea es darle personalidad no transformarlo en un disfraz de época.
Para que una prenda pueda considerarse realmente vintage, debe haber viajado en el tiempo, puede ser nueva o usada, pero de otra década, o mejor, del siglo pasado! Para poder distinguirlas es fundamental conocer un poco de lo que fue pasando en la industria a lo largo del tiempo. Como por ejemplo que las etiquetas con instrucciones de lavado y secado o el cierre con dientes de plástico aparecieron en los años 60.
Tener esto en cuenta nos ayuda a diferenciarlas de las pendas RETRO. Muchas veces estos términos se confunden, pero, las prendas retro son aquellas que evocan, se inspiran en el pasado pero no necesariamente pertenecen a él. El empleo de una estética nostálgica, no implica que haya sido confeccionada en otro tiempo.
Reciclar, sumar calidades y textiles que ya no se consiguen, son algunas de las ventajas de elegir este tipo de prendas. Y aunque no se trate de exclusivos diseños, confecciones artesanales y textiles excepcionales, incorporar algunas prendas de segunda mano, prendas con historia que aún tienen mucho para dar es sumarse a esta corriente de reciclado y consumo consciente donde mirar al pasado es también apostar al futuro.