En los primeros años de la infancia (entre 1 y 3 años), los berrinches suelen ser los modos de expresarse y en los años siguientes, el enojo y la tristeza pueden aparecer como indicadores de la poca tolerancia a la frustración.
Volver a la calma, implica una tarea algo complicada y es por ello que, desde pequeños, es necesario acompañarlos en la gestión de las emociones.
Estudios científicos demuestran que existen un grupo de neuronas en las profundidades del tronco cerebral que conectan la respiración con determinados estados mentales. Estas neuronas se sitúan en un área llamada “marcapasos respiratorio”, que es el que marca el ritmo que respiramos: regular o agitados, riéndonos a carcajadas o sollozando. Así, estas neuronas analizan en cada momento cuál es el ritmo de nuestra respiración y se lo comunican de inmediato al locus cerúleo, fundamental en la respuesta al estrés.
En función de cómo respiramos, el locus cerúleo interpreta que es momento de calmarse o de estar alerta. Por lo tanto, si nuestra respiración está agitada, el estrés se apoderará del cerebro y las decisiones a tomar.
Controlar la respiración para tranquilizarnos, es una técnica recomendable para todos y un aprendizaje que podemos poner en práctica desde pequeños, ayudándolos a regular su conducta.
Acompañar a los niños en los procesos de aprendizajes de la gestión de las emociones es una tarea fundamental desde temprana edad y para ellos los adultos debemos ser los primeros en respirar profundo y mantener la calma.
Algunas sugerencias básicas a tener en cuenta son:
* Lo primero que debemos conocer es que, si los adultos perdemos la calma el desborde se enfatiza y el caos se puede tornar incontrolable.
* Es importante comprender que los berrinches son parte del proceso del desarrollo del lenguaje y la relación con el entorno.
* Acompañarlos en la vuelta a la calma con abrazos y contención afectuosa, es la manera en la que podrán ir construyendo vínculos sanos y una mejor comunicación.
* Teniendo en cuenta lo expresado, una técnica súper recomendable, es enseñarles a respirar profundo y luego intentar comprender lo que necesitan.
Los niños requieren de atención y contención amorosa para crecer sanos y relacionarse con empatía en su contexto cotidiano.
Tanto niños como adultos, si estamos en un momento de angustia o enojo, necesitamos hacer un par de respiraciones profundas y luego, seguro seremos capaces de tener otra perspectiva y tomar mejores decisiones.