Arrancamos julio y en mi ciudad es verano. Donde vivo las temperaturas superan los 40 grados y las sensaciones térmicas de la calle llegan a los 50. HELLO INFIERNO! Este año el calor ha sido más intenso que otros veranos. Particularmente no soy una persona “team verano” aunque lo disfruto siempre que sea relativamente moderado y seco. Pero mi ciudad poco entiende de moderado. Así que en mi búsqueda por escapar de la vigésima ola de calor de este verano, tomé un micro y me fui a una ciudad costera a una hora de distancia de donde vivo, eso es lo bueno de vivir en Andalucía, esta ciudad costera pertenece a Cádiz y lleva el nombre de Villa de Rota (nosotros la llamamos simplemente Rota).
Está situada junto a la bahía de Cádiz sobre la costa del Atlántico. Es una ciudad muy antigua, si vamos a lo arqueológico los primeros descubrimientos de esta ciudad datan de la Pre-historia, más específicamente la Era de Cobre. Sí, lo sé, pensé lo mismo: viejísima. La historia de Rota habla de fenicios y romanos, así como también de musulmanes.
Actualmente es una ciudad turística muy concurrida, que además cuenta con una base naval norteamericana. Sí, no te extrañe ver barcos de guerra anclados al levantar la vista.
Es una ciudad pequeña y fácil de recorrer. Escapándome de los 45 grados de mi ciudad, me tomé un micro que partiendo desde Sevilla salía no más de 10 euros un tramo y quizá menos el tramo de vuelta. También podes ir con Bla Bla Car. No recuerdo si lo expliqué alguna vez pero en Europa se utiliza mucho este sistema, tenés un coche y ese día te toca ir a Rota (por las razones que fueren), en vez de ir solo pones en venta 4 o 5 lugares del coche que no vas a ocupar, generalmente salé más barato que ir en micro, es una opción que suelo tomar cuando me siento sociable que no es muy frecuente. En fin esta persona parte de Sevilla desde cierta ubicación. Siguiendo con el ejemplo resulta que quiero ir a Rota, entro a la aplicación Bla Bla Car indico el destino al que quiero ir, la fecha y el horario de salida. Allí me saldrán todos los conductores que van para Rota (o el destino que quieras) ese día a la hora indicada. Además claro está se te va indicando a cuantos kilómetros de tu origen (casa) es el punto de recogida. Los conductores reciben calificaciones y hasta algunos pasajeros tienen la buena onda de dejar opiniones que te pueden servir para decidir si lo tomas o no. En fin, vos llegás a destino pagando menos y la persona que te lleva logra ganar dinero para la gasolina y un poco más. En mi caso solo lo tomo cuando estoy modo sociable, aunque prácticamente siempre me quedo dormida en el trayecto… en fin.
Otra opción de llegar a Rota es tomarse el tren a Cádiz y de ahí el autobús que será el mismo autobús que llega desde Sevilla, así que ni vale la pena tanto lío o irte a Cádiz y cruzar en Ferry. Me decidí por el autobús y llegué en dos horas porque no era directo, tampoco lechero (risas) pero bueno. Tuve la suerte de que estaba soplando el viento conocido como El Levante, que te levanta a vos y a todo lo que encuentra en el camino (risas). Sí, lo sabía. Fui en busca del clima ese día. Sabía que estaría nublado pero que igualmente harían 34 grados y sabía lo del viento. Al bajar del autobús me dirigí de manera urgente a un bar por dos razones: tenía hambre y necesitaba ponerme un short debajo del vestido playero. El viento hacia que cada dos pasos se me viera hasta el alma. Así que agarrando el vestido y caminando de manera incomoda finalmente llegué a un bar, pedí mi desayuno andaluz (gasté 4 euros) y logre ponerme el short. A partir de allí ya no me importo que el Levante jugara con el vestido.
La ciudad tiene un casco histórico hermoso. Lleno de tienditas estilo muy mediterráneo. Para mi asombro, la comida no era para nada costosa. Encontré lugarcitos ricos, con buenas vistas y tapas a 2.50 euros o 3 euros. Lo cual está bastante bien siendo un lugar turístico y lleno de marinos norteamericanos. Bueno como siempre hago mientras desayunaba armé mi día pero al levantarme del lugar no hice nada de lo que había anotado. Deje el Google Maps a un lado y autoricé a mis piernas a que me llevaran a donde fuese que quisieran ir.
Pero quizá vos sos un poco más ordenado con el tema viajes y necesitas que se te digan que cosas lindas podes encontrar en una ciudad tan vieja y pequeña.
Te las paso a nombre:
Castillo de Luna: me topé con él de casualidad, una maravilla de edificación. Es del siglo XIII y se construyó sobre una edificación musulmana más precisamente un convento fortificado del siglo XI. Tiene una planta rectangular y cinco torreones almenados.
Lo describiría por completo pero tengo la intención de que vayan a verlo. Aunque si voy a mencionar el Patio de Armas el cual es uno de los elementos más importantes a tener en cuenta debido a su mezcla entre lo musulmán y lo cristiano. Una obra artística.
La Iglesia de la O: la característica de esta iglesia la encontramos en su interior donde confluyen estilos gótico, isabelino, plateresco y barroco. Nos encontraremos en ella un órgano del siglo XVIII (uno de los pocos en España) que es digno de ver. Particularmente yo amo las misas con órganos.
Corrales de Rota: algo que seguramente no verán en muchos lados, han sido declarados monumentos naturales. ¿En qué consisten estos corrales? son parcelas delimitadas por una construcción artificial que separa la superficie del mar en distintos compartimentos, y están destinados a la pesca. Históricamente se atribuye la construcción de estos corrales a los romanos, pero con el pasar de los siglos se siguieron utilizando.
Llegué a la Puerta de la Muralla que protegía la ciudad, y me encontré con un imponente Faro, pegado a él un bar irlandés que desgraciadamente no estaba abierto. En fin. Es un lindo lugar para tirar una foto de esas que van al Insta. Yo lo hice. Quedó divina. Abajo se las muestro.
Me gustaría poder decirles que el mar estaba sereno pero no lo estaba. Una vez llegado al faro, desde allí inicia un corredor marítimo que te lleva a caminar por toda la costa. Algo que hice muy entusiasmada buscando una playa sin gente.
Las playas no tienen carpas como en mardel, así que podes tirarte donde sea que encuentres lugar sin problema. Como el día no ameritaba día de playa en plan full time, no había mucha gente así que no fue difícil encontrar un lugar alejado y solitario. En el camino mi organismo me recordó que no había pedido café descafeinado y tuve que de urgencia escabullirme en el baño de un chiringuito de esos que salen carísimos, terminada la emergencia, continué con el paseo.
Generalmente lo que me sucede en estas visitas a la playa de un día es que cuando llega la hora de comer, nunca me decido en dónde hacerlo. Como no sólo me llegué a Rota escapando del calor sino también para desconectar y mimarme un poco decidí buscar un chiringuito de playa que no me saliera muy caro y acabé en uno con nombre cubano.
Almorcé la mejor Ensalada Cesar de toda mi vida por 10 euros y me tomé 3 cañas de cervecita. El clima lo ameritaba. Todo mezclado con un poco de arena porque el Levante no paraba de soplar. A las reposeras esas de playa le dicen tumbonas, así que pregunté cuanto me salía alquilar una de esas, me dijeron que 6 euros hasta las 9 de la noche y 3 euros si me iba antes. Listo! Pegado al chiringuito había unas dunas y unas sombrillas así muy caribeñas y estas tumbonas, mesa para que me trajeran todos los cocktails que quisiera, aunque no lo hice pero la idea estaba buena. Al no haber nadie en la playa pude dejar las cosas solas sin miedo a volver del mar y no tener nada. El agua estaba picadita y ni fría ni caliente, estaba en su temperatura justa.
En fin, Rota tiene cosillas para ver y descubrir. Rinconcillos varios. Al ser pequeña se recorre rapidito. No había tenido oportunidad de visitar antes la ciudad, pero valió la pena la espera. Es a partir de ahora una de mis ciudades costeras favoritas. Ah! se me olvidaba la playa más top y conocida de la ciudad, es la playa de la Costilla. Si bien es la más famosa, tampoco es la única.
Se hizo la hora de vuelta y volví a la estación de autobuses, pero primero pasé lo más cerca que pude de la base naval y sacar una foto de los buques de guerra. Interesante contraste.
Esta vez el autobús era directo. El refresco que me compré en la estación me costó muchísimo. Un consejo jamás compren nada en ninguna estación, ni de tren, ni de autobús porque todo sale doblemente más caro. Al llegar a casa, los 45 grados me atacaron de golpe. La decepción al leer que al día siguiente harían 47 grados. En fin me confundí de día para escapar de la ciudad de la furia, pero un error lo tiene cualquiera.
Ustedes ya están avisados, cuando piensen en la escapadita para el veranito piensen en Rota, no se van a arrepentir. Nos estamos viendo en el próximo escape que haga del calor de mi ciudad.
Que disfruten!
NOTA Y FOTOS: Fernanda Catanas @argentafotografia para Revista Brooke