De nuevo me toca hablar por mí, desde la experiencia. Como invita el título de mi columna, espero este mini relato se convierta en una “historia para despertar.”
Siempre me consideré libre, auto suficiente, hacedora, creadora, luchadora, y en algún punto, hoy revisando hacia atrás, se puede decir que de alguna manera, yo fui dueña de mis propios horarios, elecciones y actividades.
Cuando quedé embarazada, como te debe haber pasado, (o no), junto con la buena noticia aparecieron mis miedos. Tal vez no los que escucho por ahí de si sería o no buena madre y todos los rollos que eso conlleva, dormir menos, el cambio físico, las inseguridades, sino principalmente, la libertad en mis elecciones.
Pensé que la vida se detendría. Primer aprendizaje: de nada me sirvió pre-ocuparme. La realidad me mostró otras posibilidades. Y de alguna manera, nos acomodamos. Nuestro bebé se adaptó a nuestras realidades, y ajustando o rediseñando espacios y tiempos, día a día nos vamos acomodando.
Hoy, otr@ niñ@ elige venir. Hoy, casi cinco años después, y como es lógico, se encontrará con “otra mamá” ¿Cómo voy a hacer? ¿Cómo hago para dividirme? ¿Mi trabajo deberá ser dejado de lado? ¿Qué creo se espera de mí? ¿Qué espero YO de mí?
La maternidad te hace vivir amores extremos, y también muchas otras emociones. Culpas, ansiedades, enojos, miedos, optimismo, entusiasmo, paz, curiosidad… Las emociones, acordate, son los lentes con los que miramos la vida. Y entonces, si confío y creo en ello, me animo a decir: ser mamá no es freno, es inspiración. Ser mamá es rediseñar y revalorar tu tiempo. Ser mamá es también priorizarte y seguir haciendo aquello que te hace vibrar, aunque tengas que momentáneamente darle otra forma.
Sé que hay muchas mujeres que eligen retirarse (por un tiempo o “definitivamente”) de su rol profesional. Sé también que nadie debería juzgarlas. A mí todo el tiempo me dicen “pará un poco” “descansá” “no hagas tanto.” Todavía me pregunto qué significará eso que me dicen, y lo más importante, cuánto me afecta. En esos momentos, saltar hacia adentro es mi clave. Escucharme y encontrar el sentido a mi hacer me da mi respuesta. Personalmente, y por ahora al menos, elijo no dividirme, elijo no frenar.
Decidiré un día a la vez, cómo diseñar este nuevo cambio que se avecina. Un día a la vez, una decisión a la vez. Sin pensar en dividirme. Eligiendo multiplicarme. Eligiendo.