Una de las formas de cuidar nuestro medio ambiente es tomar dimensión del impacto que tiene el mundo de la moda, ocupando el segundo lugar en el ranking mundial de contaminación ambiental, una de las grandes causas es el Fast Fashion (moda rápida); lo que nos planteamos como moda consciente o Slow Fashion es justamente lo contrario, ralentizar la moda es crucial para que esta industria deje una huella asumible para las generaciones venideras.
Este movimiento que se originó en 2007 por Kate Fletcher Diseñadora del Centro de Moda Sostenible (Londres), como revolución en oposición al modelo de moda rápida que surgió hace unos 20 años, suceso en el que la ropa se abarató y los ciclos de las tendencias se aceleraron.
Algunas marcas muy conocidas queman muchas toneladas de prendas no vendidas al año, a pesar de los continuos esfuerzos de sostenibilidad para cerrar el círculo de la moda. Por eso es importante el replanteamiento de una solución a nivel global, con la unión de voluntades conjuntas hacia un mismo objetivo, cuidar nuestro planeta.
Países como España y México están bastante adelantados en su promoción, inclusive algunas revistas tienen una sección específica sobre este tipo de temáticas, y por otra parte las grandes marcas han tenido que verse obligadas a firmar convenios para colaborar, pero no fue sino hasta que debido a circunstancias como el derrumbamiento del Rana Plaza en Bangladesh en 2013, donde se perdieron muchas vidas, y a la presión de la ciudadanía y de propios consumidores se abrió un debate internacional donde algunas multinacionales de la ropa reaccionaron. Otra Alerta la despertó la crisis que arrastro el Covid trayendo grandes pérdidas económicas y salariales dándole mayor relevancia a una solución sostenible, dado que el Slow Fashion no solo abarca a la materia prima, sino que es más completo, es un modo de pensar y concebir la moda desde un hacer consciente, ético y respetuoso con el medio ambiente, los trabajadores y los consumidores. Abarca todo el circuito desde principio a fin.
En los últimos años, muchas cadenas de producción de ropa masiva están dando pequeños pasos para disminuir su impacto en el medioambiente. Así, podrás encontrar colecciones en las que destacan el uso de materiales ecológicos, etiquetando la reducción de la huella de carbono o marcas que especifican las mejoras en la situación de su mano de obra. Es un paso hacia la sostenibilidad, pero, lamentablemente, eso no es moda sostenible, ya que está destinado solo un pequeño porcentaje de su producción. La solución se encuentra en el comercio justo y la moda ecológica que a su vez fomenta el trabajo local para disminuir la huella de carbono, y le da valor al oficio de los artesanos que desarrollan actividades y fabrican productos con una tradición muchas veces milenaria y trascendental. Incluyendo packaging confeccionado con material reciclado o reutilizable.
¿Cuáles son las bases en las que se apoya la moda lenta? Toda marca o diseñador que se basa en el Slow Fashion tiene en cuenta estos puntos a la hora de crear su colección:
- La calidad, durabilidad y longevidad de las prendas.
- Utiliza tiempos de producción más lentos, así como de reposición de las prendas.
- Sus trabajadores reciben un salario más justo.
- Trabajan en la reducción de la huella de carbono generada por cada prenda.
- Intentan llevar sus marcas a generar desecho cero (Zero waste).
- Realizan producciones acotadas y atemporales. Las prendas son más atemporales que modernas.
- Se fabrica principalmente con materiales sostenibles de alta calidad, como el lino o el algodón ecológico.
- Suelen venderse en pequeñas tiendas (locales, showrooms, atelieres) en lugar de grandes cadenas.
- Prendas de origen, producción y venta local.
- Pocos estilos específicos por colección, que se lanzan dos o máximo tres veces al año, o una colección permanente sin temporada.
- A menudo se fabrican por encargo para reducir la producción innecesaria. Como startup es una manera recomendable de comenzar, adaptarse y sostenerse en el tiempo, aunque no es el camino más fácil.
Conocer su importancia y trascendencia como modelo de producción es fundamental para el futuro de la moda sostenible.
Así, el tiempo, los recursos, los insumos y la fuerza de trabajo cobran mayor importancia por medio de la desaceleración, haciendo de la moda lenta una práctica más empática y sensible con el entorno. El cambio que propone el Slow Fashion no sólo involucra a diseñadores y marcas, que buscan generar cambios hacia un futuro más verde, sino que también interpela a quienes compran esas prendas.
Este movimiento ha recibido un apoyo creciente en los últimos años, ya que los consumidores exigen normas éticas y de sostenibilidad más estrictas. El 19% de las principales búsquedas que tienen relación con el Slow Fashion, están relacionadas con el medio ambiente, la ética y la sostenibilidad. A medida que aumenta la concienciación y la popularidad, el planeta y todos sus habitantes están llamados a beneficiarse de este enfoque más lento y considerado de la moda.
Nota: Daniela Otero @danuotero