Me resulta cada vez más común escuchar el anhelo por lo que a muchas les gustaría ser, y no lo están logrando. En cada encuentro con otras personas, donde hablamos de logros y metas aún no cumplidas, siempre aparece el mismo temor: el miedo a no poder. A frustrarse. Al qué dirán. Al que el resultado no sea el esperado.
No me cansaré de preguntarme entonces cual será el destino de esos deseos truncos. Y se los consulto a ellas. Y a veces escucho sólo largos silencios. Otros, lágrimas que transparentan impotencia, desconfianza en sí mismas, hasta lástima y enojo, de nuevo por ellas mismas.
No me cansaré tampoco de seguir haciendo, con la esperanza de que cada tanto, cada una pueda al menos visualizar qué cosas podría llegar a hacer, en quién podría llegar a convertirse, a quién podría inspirar, y a quién podría ayudar.
Este no hacer decidido escuchando sólo una parte de nuestros pensamientos, de alguna manera, creo, nos muestra el tipo de relación que estamos teniendo con nosotras mismas: el tipo de relación que tiende, nada más ni nada menos, al auto boicot. ¿Alguna vez lo observaste así? ¿Qué hacés para escucharte y darte cuenta de tu opinión sobre vos misma? ¿Qué te decís?
Y tus emociones, ¿qué dicen de vos? ¿Miras los desafíos con entusiasmo o pesimismo? Frente a lo que habitualmente escucho: “¿qué pasa si no lo logro?», a mí me sale repreguntar, de manera cuasi redundante: “¿y qué pasaría si SÍ lo lográs?»
Y para salirnos del sólo pensar y reflexionar, me despido con un desafío, que te invitará al hacer, directamente. Porque no habrá mejor espejo para vos, que estás paralizada en tu hacer, cuando veas que siempre, siempre, saliste adelante pese a tus pensamientos, y gracias a ellos.
Te invito entonces a que armes un listado de tus logros, de las decisiones de las que hoy estás orgullosa de haber tomado, y que también contemples (tal vez en una columna al lado o del otro lado de la hoja) aquellos resultados que aún considerás fracasos o pasos mal dados.
¿Listo? Ahora tranquila, respirá. Agradecé. Mirate con amor y compasión a ese espejo que busca sólo reflejarte el poder que está ahí, latente y a la espera de hacerte brillar.
Porque estoy segura de que no querés ser otra. Porque lo más probable, es que quieras ser nada más ni nada menos que “VOS”.