Pareciera ser una tendencia que pasará de moda, pero no se trata de algo tan banal. El uso de vitaminas en los productos para el cuidado de la piel empezó a ser cada vez más frecuente; es necesario y beneficioso.
Cada una conlleva una propiedad diferente. Por eso, es adecuado saber cuál es la que se corresponde con cada condición en la dermis. Existen infinidades, pero algunas preponderan sobre otras, por su cantidad de usos y rendimiento.
Vitamina A: es el elemento que -probablemente- más contribuye a mantener la piel sana.
Ayuda al bronceado natural, ya que favorece el desarrollo de pigmentos. Tiene actividad antioxidante y favorece la cicatrización y la suavidad.
Vitamina C: al igual que la A, actúa como antioxidante. Deja la piel suave y luminosa. Aumenta la síntesis de producción de colágeno. Minimiza el enrojecimiento y restaura la flexibilidad.
Vitamina B5: hidrata y aporta suavidad. Previene signos de arrugas y acelerar la curación de heridas o quemaduras.
Vitamina E: neutraliza el daño producido por los radicales libres -compuestos que se forman cuando el cuerpo convierte los alimentos en energía-. Combate las arrugas, debido a que ralentiza el envejecimiento de las células y preserva el colágeno. También, como anteriores, promueve la curación de lastimaduras.
Productos recomendados