En este mes de mayo se conmemora un nuevo aniversario del natalicio de uno de los poetas más controvertidos de la República Argentina, considerado dentro del grupo “Los cincos sabios” de la ciudad de la Plata, privilegio compartido con Florentino Ameghino, Juan Vucetich, Alejandro Korn y Carlos Spegazzini.
Su nombre verdadero era Pedro Bonifacio Palacios, más conocido en el ámbito de la cultura como “Almafuerte”. Nacido en La Matanza (hoy San Justo) Provincia de Buenos Aires el 13 de mayo de 1854. De origen muy humilde perdió a su madre y tiempo después fue abandonado por el padre cuando aún era un niño, siendo criado por familiares. Su vocación primaria fue la pintura, pero al negarle el gobierno una beca para perfeccionarse en Europa se dedicó a la escritura y a la docencia, haciendo honor a su seudónimo de “Almafuerte” manifestaba una recia personalidad.
Ejerció la docencia en La Piedad y Balvanera (Buenos Aires), también fue maestro en Mercedes y Salto, a los 16 años dirigió una escuela en Chacabuco y conoció personalmente al presidente Domingo Faustino Sarmiento. Al poco tiempo fue destituido de su cargo por no poseer título habilitante, aunque sus biógrafos sostienen que fue como consecuencia de sus poemas críticos hacía el gobierno. Por otra parte, adquirió fama de periodista polémico, con un fuerte rechazo a los caudillos locales a quienes atacaba despiadadamente con su filosa pluma. Al dejar la docencia obtuvo un puesto en la Cámara de Diputados de la Nación, más tarde cumplió funciones como bibliotecario y traductor en la Dirección General de Estadísticas.
En 1887 se radicó en La Plata desempeñándose como periodista en el diario “El Pueblo”. En 1889 retorna a la docencia en una escuela de Trenque Lauquen, pero dos años más tarde vuelve a perder el cargo por razones políticas. A comienzo del siglo XX tuvo un fugaz paso por esta actividad, pero debido a su precariedad económica y a sus fuertes críticas hacia quienes vivían de los impuestos que pagaba la gente, no tuvo demasiado éxito ni continuidad.
Finalmente el Congreso de la Nación le otorgó una pensión vitalicia para que se dedicara a su profesión de poeta, que no llegó a disfrutar, porque el 28 de febrero de 1917 falleció en la Plata a la edad de 62 años. De controvertida personalidad y fuerte carácter que puso de manifiesto en todo los actos y escritos de su vida, nos dejó obras maravillosas como “Lamentaciones” (1906), “Evangélicas” (1915), “La inmortal” (1911), “El misionero” (1911), “Trémolo”, “Cantar de los cantares” entre tantas otras.
Poeta de bellas palabras, sumamente apasionado y de pluma filosa, escribía cosas profundas como “No te des por vencido ni aún vencido / no te sientas esclavo ni aún esclavo, / trémulo de pavor, piénsate bravo, / y arremete feroz, ya mal herido. / Ten el tesón del clavo enmohecido y que ya viejo y ruin / vuelve a ser clavo. No la intrepidez del pavo / que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora / o como Lucifer que nunca reza, / o como el rosedal cuya grandeza / necesita del agua y no la implora / ¡Que muerda y vocifere vengadora, / ya rodando en el polvo, tu cabeza!»