Cuando hablamos de los más grandes músicos y compositores mundialmente reconocidos, no podemos dejar de mencionar al extraordinario bandoneonista ASTOR PIAZZOLLA, aquel que afirmaba “La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón”. Nacido el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata e iniciado musicalmente en Nueva York, lugar de residencia familiar entre 1925 y 1936. A los 8 años de edad su padre le regaló el primer bandoneón, comenzó a tomar clases con Andrés D´Aquila y a los 10 años realizó una grabación sin fines comerciales.
En 1933 tomó lecciones con el afamado pianista húngaro Bela Wilda, al año siguiente conoció y entabló una gran amistad con el ya consagrado interprete de tangos Carlos Gardel, quien al escucharlo tocar lo invitó a participar de la película “El día que me quieras”, en la que interpretó a un vendedor de diarios. Por esas cosas del destino, Gardel lo invita a incorporarse a la gira en la cual el zorzal criollo perdió la vida, pero Piazzolla no pudo viajar en razón de su corta edad.
En 1936 la familia regresó a Mar del Plata, participando musicalmente en varias formaciones orquestales de la época, hasta que el maestro Elvino Vardaro lo catapultó a la fama definitivamente. A los 17 años de edad, se trasladó a Buenos Aires en busca del tango que a esa altura lo apasionaba, logrando ingresar en la orquesta del gran Aníbal Troilo convertido en primer bandoneón y arreglador orquestal, circunstancia que lo llevó a ampliar conocimientos de la mano de Alberto Ginastera y de piano con Raúl Spivak.
Su capacidad como arreglador comenzaron a alejarlo cada vez más del tango tradicional, en 1944 abandona la orquesta de Troilo para formar su propia agrupación con el cantante Francisco Fiorentino hasta 1946 cuando compuso “El desbande”, considerado por él mismo como el primer tango con estructura diferente. Allí forma su propia orquesta que disolvió en 1949 para dedicarse a escribir música de película.
Entre 1950 y 1954 se ganó la antipatía y el rechazo de los amantes del tango clásico, cambiando el ritmo, la estructura y la ejecución de este género musical. Compuso “Para lucirse”, “Tanguango”, “Prepárense”, “Contrabajeando”, “Triunfal” y quizás el más emblemático de todos “Adiós Nonino”, “Libertango” y en 1969 “Balada para un Loco” con letra de Horacio Ferrer.
También en esa época escribió música culta como “Rapsodia porteña” (1952) y “Buenos Aires tres movimientos sinfónicos” (1953) con la cual ganó el premio “Fabien Sevitzky” y el gobierno francés le otorgó una beca para estudiar en París con la famosa maestra musical Nadia Boulanger, la cual le sugirió que persistiera con el tango. Durante el año que duró la beca, formó la orquesta de cuerda junto a los músicos de la Ópera de París Martial Solal y Lalo Schifrin. A su regreso a Argentina, convocó a los más encumbrados músicos y formó el “Octeto Buenos Aires” y fue nombrado ciudadano ilustre.
En 1986 recibió el premio “Cesar” en París por la música de la película “El exilio de Gardel”. En 1987 realizó un multitudinario recital en el Central Park de Nueva York. En 1989 formó el “Sexteto Nuevo Tango” con el que realizó giras y numerosos conciertos hasta su disolución.
El 4 de agosto de 1990 en París sufrió una trombosis cerebral que lo dejó con graves problemas sicomotrices. Hasta que el 4 de julio de 1992 falleció en Buenos Aires. Hoy todas las orquestas sinfónicas del mundo ejecutan su música, más allá de la antipatía de los amantes del tango tradicional, no se puede negar que Astor Piazzolla fue el músico argentino más importante del siglo XX.